Así es el espectacular castillo diseñado por Gaudí

Así es el espectacular castillo diseñado por Gaudí CANVA

Historia

Parece Disney pero es de Gaudí: así es el espectacular castillo diseñado por el genio de modernista lejos de Cataluña

Una enorme fortificación situada en León con arquitectura neogótica que se construyó en 1913

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El castillo de la Bella Durmiente es icónico. Aparece en cada una de las cintas de Disney y a la entrada de sus famosos parques temáticos.

Muchos han querido replicarlos con éxito relativo. En cambio, en España se encuentra uno que, sin voluntad de reproducción parece inspirado en él. Aunque lo más sorprendente de todo no es esta similitud, sino el arquitecto que hay detrás de esta obra, Antoni Gaudí.

Sí, el genio del modernismo catalán levantó una enorme fortificación que recuerda los castillos de los cuentos. Esa nunca fue su voluntad y su referente no fue Disney, ni siquiera el modernismo imperante, sino el neogótico.

Así, lejos también de Cataluña, luce imponente una de sus obras más icónicas y a su vez menos tenidas en cuenta cuando se hable de su arquitectura. En el corazón de León, en Astorga, el catalán erigió un palacio para la Iglesia que sorprende a todo aquel que lo ve.

Dónde está

Se encuentra a escasos metros de la catedral y se eleva sobre las cenizas del antiguo palacio episcopal, destruido por un incendio en 1886. Allí, en el centro de la ciudad se vislumbra la silueta de este edificio que parece salido de un cuento, pero que es fruto del trabajo del hombre y de una mente humana, la de Gaudí.

Lo que más sorprende de todo es que no parece de él. En primer lugar, porque hay muy pocos detalles que hacen reconocible su estilo. En este caso, su arquitectura es neogótica, no modernista.

Un estilo poco Gaudí

Se ve de lejos y cuando uno se planta frente a su fachada. Su piedra grisácea del Bierzo, sus torreones afilados, sus vidrieras de colores y su foso perimetral recuerdan más al castillo de la princesa e incluso de Maléfica que a un palacio. 

Más que una residencia clerical parece salido del universo fantástico de un parque temático. Eso, sin embargo, lo convierte también en uno de los proyectos más insólitos y alejados de Barcelona de Gaudí. Claro que la conexión catalana existe.

Quién lo encargó

La iniciativa partió del entonces obispo de Astorga, Joan Baptista Grau i Vallespinós, también catalán y buen amigo de Gaudí. Fue él quien le encargó personalmente el diseño del nuevo palacio episcopal tras la destrucción del anterior. 

El arquitecto, fascinado por la Edad Media y el estilo gótico, proyectó en 1887 un edificio que, aunque fiel al historicismo del momento, ya incluía ciertos elementos personales y gestos modernistas que definían su lenguaje artístico. Se trataba de una arquitectura que evocaba castillos medievales pero en la que se intuía ya la búsqueda expresiva de su madurez creativa.

Gaudí contra el clero

El edificio se comenzó a construir en 1889, pero las obras se detuvieron en 1893 tras la muerte del obispo Grau. Las desavenencias entre Gaudí y la diócesis, que quería modificar aspectos clave del diseño original, fueron muy complicadas y llevaron al arquitecto a abandonar definitivamente el proyecto. 

A partir de entonces, varios arquitectos continuaron las obras hasta su finalización en 1913, entre ellos Francesc Blanch i Pons, Manuel Hernández y Álvarez Reyero y finalmente Ricardo García Guereta, quien introdujo numerosas variaciones respecto al planteamiento original.

Cambios de estilo

¿Fue esto el que lo hace tan distinto? Hay dudas. A pesar de las modificaciones, el edificio conserva la impronta del genio barcelonés. 

Su planta, por ejemplo, responde a una cruz griega inscrita en un cuadrado, una disposición poco habitual para un edificio de este tipo, y que revela el interés de Gaudí por la simbología geométrica.

Cómo es el palacio episcopal de Astorga

La cubierta a dos aguas está hecha en pizarra y rematada con una balaustrada de granito. El foso que rodea el conjunto no solo le da un aire de fortaleza, sino que además permite la entrada de luz natural al sótano, algo que Gaudí aprovechó con gran acierto.

La fachada principal se caracteriza por un gran pórtico de planta circular que da acceso al edificio. Sobre él, un balcón en la primera planta refuerza la verticalidad del conjunto, mientras que las torres en las esquinas terminan de construir la imagen de castillo gótico. 

El edificio cuenta también con varios accesos secundarios, incluido uno que conecta directamente con el paseo de la muralla y otro que atraviesa el foso mediante un puente de granito. Las ventanas, muchas de ellas apuntadas, están decoradas con vidrieras de colores vivos, que filtran la luz de forma teatral.

El interior se articula en cuatro niveles. El sótano, de gran amplitud y sin divisiones, tiene bóvedas de crucería en ladrillo y columnas robustas que refuerzan su atmósfera críptica. En origen, esta planta estaba destinada al archivo diocesano y a usos como bodega y almacén, pero en la actualidad alberga parte del Museo de los Caminos, con piezas arqueológicas que van desde mosaicos romanos hasta sarcófagos visigodos.

Detalles de su interior

En la planta baja, las estancias privadas están decoradas con cerámica vidriada y bóvedas elegantes. Aquí se pueden contemplar capiteles románicos con escenas bíblicas, esculturas marianas medievales y hasta una moneda del siglo IV con el crismón cristiano. La ambientación es cálida y recogida, en parte gracias a los ventanales que combinan óculos interiores con los externos.

La primera planta, la más señorial, fue la zona de residencia del obispo y alberga espacios de gran valor arquitectónico como la capilla, el Salón del Trono, el comedor de gala y el despacho oficial. Aquí, las vidrieras se vuelven aún más expresivas, con motivos que van desde escenas marianas hasta frutas y escudos episcopales enmarcados en guirnaldas vegetales. La cerámica vidriada y las bóvedas de crucería refuerzan una estética solemne, rica y colorida que define el tono de esta planta.

La segunda planta, en cambio, presenta un estilo austero y menos trabajado. Parece inacabada, como si se hubiera resuelto de forma apresurada. Su interés principal reside en el mirador, desde el cual se obtiene una visión privilegiada de la capilla y de la arquitectura gótica que define el conjunto.

Uno de los detalles más curiosos del exterior se encuentra en el jardín, donde hay tres esculturas de ángeles con atributos episcopales. Gaudí había previsto que estas figuras coronaran el edificio, en la parte alta de la cubierta, pero finalmente se instalaron a nivel del suelo, como guardianes silenciosos del recinto.

Poco queda de aquel uso episcopal. Hoy, el Palacio Episcopal de Astorga es sede del Museo de los Caminos. Quedan las reminiscencias y decoraciones del arte sacro, la arqueología y la historia del Camino de Santiago. 

De Gaudí queda el nombre y algunos detalles arquitectónicos y, sobre todo, el privilegio de que haya escogido Astorga como uno de los pocos municipios fuera de Cataluña donde el catalán trabajó.