
El director de cine Marc Recha en el Festival de Sitges
Marc Recha, un cineasta artesano en Poblet: “Ahora todo tiene que ser políticamente correcto y no molestar, la vida no es eso”
El director de cine catalán estrena 'Centaures de la nit', presentada a nivel mundial en el Festival de Sitges
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Artesano, lobo solitario, cineasta extraparlamentario. Son muchos los calificativos que podrían ajustarse a Marc Recha. El director del cine no se ajusta a modas, mensajes o políticas. Sólo hace falta echar un vistazo a su filmografía. O a su nueva película, Centaures de la nit.
La cinta, estrenada este 16 de mayo, es algo poco común en las salas de cine. Una historia que impacta más por los sentidos que por la trama. La historia, con una cierta base real, sigue las aventuras de unas personas invidentes y “manicomiales”, en palabras de Recha, que aprovechan una excursión a Poblet, para hacerse con un preciado botín.
Sobre Centaures de la nit sobrevuelan Buñuel, Fellini y Welles, pero se impone Recha, un cineasta catalán que, a pesar de haber pasado por todos los festivales, no ha conseguido la repercusión mediática de otros como Albert Serra o Carla Simon. Tampoco está claro que lo quiera.
El realizado asegura que estar en los márgenes le asegura libertad creativa y mantener su artesanía. El problema es otro: encontrar financiación. Pero la logra. Así lo cuenta a Crónica Global en el marco del Festival de Sitges, donde se estrenó Centaures de la nit.
- ¿Cómo surgió la idea para 'Centaures de la nit'?
- Salió muy de repente. Era 2020, estábamos encerrados en casa y escribí el guion en un mes, cuando normalmente tardo uno o dos años. Todo fue muy directo. Había algo de poso y una de las ideas era Poblet. Esa era la carcasa, el origen.
- Me gustaba la idea de cómo filmar esas piedras. Unas piedras de hace 1.200 años o así. Es maravilloso, pero ¿cómo filmas la verticalidad, si el cine es todo horizontal? Eso ya es un reto.
- De la misma manera, hacía muchos años que me apetecía establecer un diálogo con un mundo que se ha extinguido: el mundo de un cine que se hacía en los años 50 y 60. Ahí tienes a Buñuel, a Orson Welles... En fin, hay 10.000 referentes. A partir de ahí empecé a pensar.
- Paralelamente, y esto es lo más bonito, tuve la oportunidad de conocer personalmente a Evgen Bavcar, el gran fotógrafo esloveno, ciego, muy reconocido a nivel internacional. Él es uno de los primeros que pone sobre la mesa el hecho de la creación, de cómo una persona ciega ve al otro, y cómo lo mira. Algo que a la gente le sorprende. Porque tú construyes una mirada propia a través de un trabajo de observación de lo que tienes a tu alrededor, pero cómo un ciego puede mirarte.
- A eso se le añade la historia real. Tras la desamortización de Mendizábal, Poblet está deshabitado y pasa casi 100 años así. Con la Mancomunitat de Catalunya, en el año 1917, empieza la restauración, en la República se sigue, luego llega el Golpe de Estado de los franquistas, se pierde la guerra por parte de los republicanos y Franco sigue apostando por el monasterio. De hecho, llama a cinco monjes italianos que llegan para repoblar Poblet. Estos no son suficientes y necesitan más ayuda. Hay tres monjes que salen directamente del monasterio de Estična, en Eslovenia, en la época en la que están los partisanos luchando contra los nazis.
- Y aquí es donde entra la ficción, y lo divertido es que yo imagino que estos monjes, que realmente llegaron a Poblet, robaron unas reliquias y las esconden en el monasterio de Poblet, y aquí es donde arranca Centaures de la nit.

El cineasta Marc Recha EFE
- Una historia particular.
- Sí, imagina. Es 1960 llega esa especie de furgoneta inverosímil de manicomiales, que son el MacGuffin, la excusa para hacer avanzar la película. Ellos van a buscar esas reliquias que no sabemos si encontrarán.
- Además de lo grotesco, le da un toque mágico y místico que se llega a filmar. ¿Cómo lo hizo?
- Yo soy muy artesano. Siempre. Más que artista, me gusta ubicarme en el mundo de los artesanos, en el trabajo. Aquí empecé a investigar cómo filmar esa verticalidad. Con el formato 4:3 nos fue muy bien, con el blanco y negro, sobre todo con contrapicados, vemos mucho el cielo, los techos. Esta es una metáfora del mundo de las personas creativas, que no ven, invidentes, imaginan. Hay muchas capas.
- Para empezar, la del cine. La cinta recuerda al Buñuel de Viridiana y Los olvidados. Filma incluso la brutalidad frente a lo místico.
- No, es naturalidad. La diferencia nos hermana. No estamos hablando de lo políticamente correcto, como es el mundo actual. El mundo de ahora es inmediato, todo tiene que ser políticamente correcto y no molestar. Y la vida no es eso. Es como la belleza. Igual que detrás de toda belleza hay un misterio. La naturaleza es bella, pero no de forma antropomórfica como haría Walt Disney. La naturaleza es creación y destrucción. Y nosotros no pintamos nada ahí. De hecho, en medio de un bosque nos moriríamos en diez segundos. Esa es la realidad.
- Mira lo que ha movido la historia de la humanidad. Desde la literatura a la pintura hablan de la destrucción, de todas las vertientes de la condición humana, o de la producción humana. Y eso es muy interesante. Quiere decir que somos así. No hay filtros. Eso es algo que se va perdiendo. Pero tiene que ser natural.
- A mí una de las cosas que más me motivaba más del proyecto era esto. Que la gente no piense que esto es una cuota para que salgan personas ciegas o inválidas. No es una cuota, hablamos de la realidad, y la realidad es que estas personas son como nosotros.
- Lo bonito es acercarse a esa naturalidad con las personas, y no juzgarlas, ni crear estigmas, ni ser políticamente correctos. Se trata de tener una mirada muy humana y entrar ahí, desde la naturalidad y el respeto.

Muntsa Alcañiz y Lluis Soler en 'Centaures de la nit'
- Su cine tiene mucho eso, naturalidad. Personajes y naturaleza se fusionan, mostrando lo más bello y lo más oscuro del ser humano
- Son las relaciones contradictorias que tenemos los humanos con el paisaje, y que al final acaban siendo muy inquietantes, porque no es una relación armoniosa. Los humanos somos como unos pegotes, una pegatina que está ahí y no pinta nada. Pero claro, nosotros lo miramos desde nuestro punto de vista, pero a los árboles, a las piedras y a los animales les da igual. No pintamos nada.
- Por eso me gusta mucho situarme en esas fronteras, que se difuminan, de esas relaciones contradictorias entre los humanos y el paisaje, y crear lo que algunos dirán que es una visión más panteísta, o animista, también.
- Algo de eso tienen sus películas. Y aquí además lo muestra con este trabajo que hace de la luz.
- Sí, y sobre todo Poblet. Yo siempre digo que, en mis películas, los personajes nacen a la sombra de un paisaje. Y en este caso es clarísimo: es Poblet. Animo a todo el mundo a que vaya, porque es una maravilla. Y además no hay nadie.
- ¿Fue fácil conseguir rodar ahí?
- Sin la complicidad de los monjes, no. A nosotros nos dieron directamente la llave de Poblet. Lo importante el respeto hacia las personas. Allí hay personas que están en trabajando la espiritualidad. Es muy importante entrar con respeto, que quiere decir con curiosidad, porque el respeto no es más que curiosidad hacia los demás. Has de tener en cuenta a los otros.
- Nos ha tocado vivir en la sociedad del yo, en la cultura del hiper-yo y de la inmediatez. Nos exploramos con un espejito y nosotros lo somos todo. Vale, pero tenemos que empatizar con los demás y mirar el mundo de una forma transversal, sin complejos, y aceptando toda la riqueza de la diferencia de los otros. Y sobre todo, con curiosidad.
- Yo mismo, desde una postura atea, me siento de maravilla con gente que tiene una filosofía de vida con la que me siento muy próximo.
- Aquí estuvieron los íberos y demás, pero el paisaje que hemos conocido desde hace 1.200 años, lo hacen los cistercienses. Es decir, comemos, vestimos, pensamos, también gracias a ellos. No hay que renunciar a ello. Sea desde una postura atea, espiritual o ninguna, es muy interesante saber de dónde venimos y quiénes somos.

Fotograma de 'Centaures de la nit'
- ¿Y cómo trabajó con los monjes?
- Más que dirigir y estar con ellos, el trabajo del director es hacer un buen casting antes y saber a quién te llevas a convivir contigo. Hicimos castings larguísimos, grabados con horas y horas de vídeo, y al final no escoges a la gente por su físico, sino por su talante, intentas que pueda encajar perfectamente en este tablero donde colocamos todas las piezas. Porque cuando los pusimos en el tablero, iban solos. Fue increíble.
- Quiero apuntar también a sus referentes. Hablamos de Buñuel, usted cita ‘Los olvidados’, pero también se intuye a Fellini.
- Mucha gente me lo está diciendo. 8 y medio, quizás.
- Y hasta un punto de Welles.
- Bueno, Welles rodó Campanadas a medianoche en el castillo de Cardona. Yo me he pasado años y años y años acompañando a colegas a os que se lo enseñaba. Íbamos a cenar, veíamos la película y observamos plano por plano cómo habían hecho esas secuencias. Es como una obsesión.
- Se nota su pasión por el cine. El suyo, en cualquier caso, es un cine, ya no indie, sino completamente en los márgenes. ¿Cómo lo lleva?
- Yo vivo muy bien en los márgenes porque, si estás en el centro del espacio público, hay demasiado ruido. Y no me gusta la inmediatez, porque no tienes tiempo de observar y crear una mirada propia. En el margen, donde hay silencio, es maravilloso, porque no estás pendiente de las modas, y es un lugar donde se vive muy bien.
- De hecho, en ‘Centaures de la nit’ no sigue ni el formato cinematográfico típico. ¿Lo hizo por el retrato de una época o para la televisión?
- Se ajusta a las necesidades de la historia y a este homenaje que hago al cine.

El director de cine Marc Recha
- ¿Y cómo ve el cine ahora? ¿Se apuesta por la creación?
- El cine es Física y, además, un arte. Es artesanal. Eso me gusta del cine. Desde el momento en que empiezo esta película estoy en todos lados, diseñando todo. Soy como una hormiga.
- ¿Pero cuánto cuesta?
- Horas y años de tu vida. Yo casi empecé a rodar a los 10 años, y a los 13, empecé hacer mis cosas en Super 8. ¡Imagina! Hago cine desde 1983.
- Desde entonces ahora, ¿ha visto muchos cambios?
- Al estar en los márgenes, no vives esa inmediatez ni presión para hacer las cosas. Ahora, financiar el cine es un arte parlamentario. Y si me tengo que posicionar en derecha o izquierda, yo soy extraparlamentario. Porque esto es una industria y cuesta dinero. Hay gente que llaman lobo solitario.
- Un lobo solitario que ha presentado esta película en el Festival de Sitges.
- Eso es interesante. En un certamen donde todo son trozos de carne y muertos en vida, hay una sección que se llama 'Nuevas visiones', que está en el margen, donde no hay ruido. Y, paradójicamente, una película que está fuera de esto, como la mía, se presenta aquí. Siempre hay grietas en el sistema que te permiten expresar cosas.