El dramaturgo Joan Yago

El dramaturgo Joan Yago GALA ESPÍN Barcelona

Creación

Joan Yago, dramaturgo de La Calórica: "El teatro político no cambia el mundo, pero la política parlamentaria tampoco"

La compañía teatral catalana celebra su 15 aniversario en la sala grande del Teatre Lliure

Publicada

Noticias relacionadas

La Calórica llega por primera vez a la sala grande de un teatro público de Cataluña. Han tenido que pasar 15 años desde que arrancaran su proyecto y lo han logrado. Aunque no tiene pinta que se vayan a quedar aquí.

El dramaturgo Joan Yago y el director de escena (y también autor) Israel Solà por ahora presentan La brama del cérvol en la Sala Fabià Puigserver del Teatre Lliure. Una obra que tiene todos los ingredientes de la compañía: humor y mensaje político que se filtra a través de la risa y de las situaciones más alocadas posibles, donde todo se confunde con todo.

Todo empieza en un simposio de gente de teatro que se reúne para discutir sobre el teatro político y su importancia. En ese mismo lugar se encuentra una pareja que ha acudido para ver el bramido del ciervo. Y, por si fuera poco, por allí cerca hay una fiesta rave. Todas estas historias se cruzarán entre ellas de una manera muy particular, todos los personajes mostrarán su cara más perversa y se generará el caos ideal que da para pensar y reír. Mucho.

Aprovechando el estreno, Crónica Global se acerca al teatro para hablar con Yago y Solà, para ver qué esconde esta obra llena de capas, indagar sobre el peso del teatro político y, demás, sobre la historia de esta compañía catalana que, en 15 años, se ha convertido en referente.

Entrevista a Joan Yago y Israel Sola

Entrevista a Joan Yago y Israel Sola GALA ESPÍN Barcelona

En la obra se hace esta pregunta, así que la primera cuestión va a ser la misma ¿El teatro político cambia las cosas, cambia el mundo?
Joan Yago (J): La respuesta corta es un no. El teatro no cambia nada directamente. Pero podríamos decir que la política parlamentaria tampoco cambia el mundo. O sea, el efecto directo de acción-reacción-repercusión no funciona con esta lógica.
Pero hay unas lógicas más lentas, más orgánicas, y como decimos en la obra, a veces más misteriosas, que sí que pueden provocar un cambio. El hecho de reunirnos, de socializar y de compartir las cosas que nos pasan, ya es una manera de activar una larga cadena de piezas de dominó que puede desarrollar y a menudo desarrolla un cambio.
Israel Solà (I): Yo creo que seguro que desarrolla en un cambio. Al final, el teatro acaba generando reflexión colectiva y, por tanto, pensamiento y conducta. Yo creo que si no hubiéramos visto obras donde salían homosexuales que no eran criminalizados, no habríamos dado un paso como sociedad hacia entender que el homosexual no era una enfermedad o un crimen.
Eso no significa que yo haga una obra y automáticamente salga una ley que despenalice la homosexualidad. No funciona así, pero está claro que funciona. Y no solo lo hace el teatro, sino que lo hacen muchos foros y muchas manifestaciones artísticas o cosas que, precisamente como dice Joan, nos llevan al debate y a la generación de empatía.
Israel Sola

Israel Sola GALA ESPÍN Barcelona

En este sentido, ¿el teatro, en ocasiones, se toma demasiado en serio y se olvida que tiene que contar una historia que llegue?
J: Quizás sí. A veces, caemos en debates demasiado intelectuales, para personas iniciadas, privados y demasiado difíciles de acceder. Pero también muchas veces pensamos que porque la obra sea disfrutable para el público se tiene que simplificar hasta un nivel en el que se disuelve totalmente la tesis, se disuelven las ideas que se quieren compartir, etcétera.
En La Calòrica, estamos satisfechos de crear nuestras obras con una lógica totalmente de teatro de servicio público, pensando en qué ideas queremos abordar y de qué manera queríamos hacerlo. Las hemos puesto en la sala más comercial de Barcelona, en las fechas en las que se exhibe más teatro comercial familiar burgués, y han funcionado como un éxito. Es decir, pensar que para que tu obra pueda interesar al público mayoritario tienes que endulzarla y simplificarla, es un error que cometemos muy a menudo.
Y así llevan 15 años. ¿Les ha sido fácil?
I: Sí. Nosotros nacimos en un momento de crisis. Todos los teatros pasaron a producir menos y un tercio de la producción se perdió. Un tercio de la producción que en muchos casos no se ha llegado a recuperar y las oportunidades para la gente que empezaba desaparecieron.
Así, nosotros y todas las compañías que se originaron en aquel momento, quedamos recluidas en teatros muy pequeños, sin producción, y tuvimos que hacer un largo camino para poder llegar a tener visibilidad y, por tanto, a tener público. Nosotros teníamos muy poco, porque no teníamos presupuesto para publicidad. La gente que venía le encantaba y salían críticas muy buenas y nos daba la sensación de que íbamos bien. Hasta que hemos podido dar un salto y trabajar en condiciones dignas Fue con Fairfly, que funcionó, con la que ganamos un premio y de allí al teatro privado comercial y al público.
Entrevista a Joan Yago y Israel Sola

Entrevista a Joan Yago y Israel Sola GALA ESPÍN Barcelona

De hecho, estrenan ‘La brama del cérvol’ en la sala Puigserver del Lliure. Y con una historia tan hilarante y política como las anteriores, pero con muchas capas. ¿Ha sido fácil poner orden?
J: Pues, no sé si por una cuestión de cansancio o de agotamiento o de qué, pero en el proceso de escritura me sentía juzgando muy poco las ideas, siendo poco estricto y abierto. Me sentía más liberado de lo normal. La diferencia ha sido no decir “la obra va de esto”, sino “la obra quiere capturar estas preguntas, estas sensaciones, estas dudas, estas atmósferas”.
Ha sido difícil para mí, pero también muy gustoso y yo acabo muy, muy contento, no tanto del texto, sino como de toda la experiencia, porque nos hemos atrevido a trabajar de una manera un poco diferente a la que trabajamos habitualmente.
Entrevista a Joan Yago y Israel Sola

Entrevista a Joan Yago y Israel Sola GALA ESPÍN Barcelona

Sí, pero también reivindican algo que es la manera en la usted trabajan: la importancia del colectivo.
J: El teatro siempre es colectivo, aunque no trabajes con una compañía que es tu compañía, porque trabajamos juntos todo el día y has de ponerte de acuerdo con la gente, ceder e insistir. O sea, siempre que se hace un espectáculo ya se genera un proceso democrático, en el que sí que hay unas figuras de más poder, pero que de alguna manera se tiene que hacer funcionar a través de planteamientos colectivos.
La Calòrica siempre hemos sido una compañía que trabaja desde el colectivo, que trabaja de manera abierta, pero a medida que van pasando los años yo tengo la sensación de que intentamos hacerlo de una manera más consciente. Es nuestra forma de ser, es nuestra naturaleza, no sé si es la mejor, pero ahora la Calòrica no podría funcionar de otra forma.
La Calòrica es lo que hemos acabado haciendo entre todos e intentamos de alguna manera ser generosos, no querer estar todos en todo.
I: Y luego hay una cosa, un drama propio de nuestro gremio y es la cantidad de profesionales que se ven obligados a abandonar sus carreras profesionales porque viven en la precariedad. Esto les hace autoculparse, pensar que hacen algo mal, aunque muchas veces el problema es que no tenemos unas buenas dinámicas sectoriales.
Tendríamos que trabajar para entender las dinámicas sectoriales y cambiarlas precisamente para poder construir mejor una solución colectiva, no una solución individual. Porque al final, ahora tengo trabajo, y ya está, ya se ha acabado el problema, piensas. ¡No! No se ha acabado el problema, el problema lo tiene otra persona ahora, Y de alguna manera creo que esto es de lo que habla la obra.
Entrevista a Joan Yago y Israel Sola

Entrevista a Joan Yago y Israel Sola GALA ESPÍN Barcelona

¿Cómo cree que recibirá el público la obra, precisamente? Porque tiene muchas capas, y parece exigir un poco más.
I: No lo sabemos y creo que forma parte del misterio y de la excitación de ver qué piensa. Pero, precisamente, querer gustar a todo el mundo no es un buen objetivo. A mí ya me gusta que haya gente que no le gusta mi obra. Como mínimo puede decir que ya te he producido algo: asco, angustia, lo que sea.
Si una obra no produce nada, sería blanco, inocuo, y, si hablamos de que el teatro tiene capacidad de cambiar algo es porque no puede ser inocuo. Además, es sorprende cómo reacciona el público. Nosotros pensábamos que mucha gente no vendría ver Le Congrès ne marche pas, porque era en francés, pero los jóvenes ya están acostumbrados a ver películas y vídeos de YouTube subtitulados.
A veces, podemos llegar a prejuzgar algo sin darle la oportunidad. Es cierto que no es un teatro de diálogo ordenado. Aquí tenemos imágenes punkies y subidas de revoluciones que forman parte de nuestra sensibilidad y nuestra naturaleza.
A veces nos dicen que los actores podrían gritar menos, sí, pero entonces que las dirija otro. Ya existe otra gente que lo hace así, ¿yo por qué tengo que hacerlo como otros? Igual que Joan escribe como escribe Joan.
J: Yo he de decir que si yo intentara escribir pensando en el espectador o en una cosa que funcione no podría. A mí me gusta fijarme en lo que funciona o no funciona de una obra, una peli o una serie y puede entenderlo, pero yo después no lo sé hacer. Cuando estoy escribiendo no sé tener ese pensamiento estratégico.
Entrevista a Joan Yago y Israel Sola

Entrevista a Joan Yago y Israel Sola GALA ESPÍN Barcelona

Por eso, si la obra acaba produciendo un efecto más o menos en la línea de lo que nosotros nos imaginábamos y queríamos que produjera ya está bien.
I: A mí lo que me gustaría es que la gente fuera capaz de seguir el viaje, porque el teatro es como una montaña rusa: la puedes ver desde tierra o puedes subirte al vagón y entonces lo vives. Yo necesito que el público se suba al vagón y se deje llevar, aunque en ocasiones tenga que bajar y verla desde fuera. Hay que conseguir que el ritmo y el tono hagan que el viaje también sea vivido por el espectador.
¿Creen que han revolucionado un poco el avispero del teatro catalán?
I: Bueno, el teatro catalán no es ordenado. Cada uno hace la suya y el teatro catalán tiene ejemplos de peña bien loca.
J: No sé, nosotros hemos hecho el teatro que queríamos hacer y creíamos que debíamos hacer. Lo hemos hecho en pueblos grandes, en pueblos pequeños, en teatros comerciales, en teatros públicos, y la sensación es que parece que funciona más o menos igual en todos lados.
Si eso sirve para que las productoras y los propios profesionales no nos autocensuramos, como hacemos a veces y que abandonemos este pensamiento de “lo tengo que hacer sencillito para que llegue a la gente”, genial. No creo que sea una revolución, pero ya es algo. Se trata de otra manera de pensar el teatro.