Los frescos del monasterio de Sijena se encuentran en la actualidad en el MNAC, aunque la sentencia del Tribunal Supremo confirma su devolución a Aragón

Los frescos del monasterio de Sijena se encuentran en la actualidad en el MNAC, aunque la sentencia del Tribunal Supremo confirma su devolución a Aragón CG

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Los especialistas hablan: los frescos de Sijena en el MNAC necesitan una evaluación externa e independiente

El principal escollo para su devolución al monasterio aragonés es su aparente estado de fragilidad aunque, hasta 1997, el museo permitió que algunas partes de estas pinturas se exhibieran en ciudades como Nueva York y Londres 

Más contenido: Un informe de parte del Govern llama a retener el arte de Sijena en Cataluña

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Alrededor de las pinturas murales de Sijena hay un avispero de testimonios que embarran lo político con lo estrictamente técnico. Una polémica que se vuelve a avivar tras dos décadas de idas y venidas entre tribunales, finalizada en la sentencia del Supremo que conmina a la Generalitat a devolver los bienes artísticos al monasterio aragonés. ¿Qué prima en este momento? "Debe haber una segunda parte externa que dictamine si por el estado de las obras se pueden mover o no", subraya el historiador Sergio Martínez.

El fundador de la start-up Historia de Aragón explica a Crónica Global los intríngulis de esta odisea artística, cuya devolución se ha vuelto a avivar un debate acalorado en las redes sociales. Con una sentencia inapelable que exige al Museo de Arte Nacional de Cataluña (MNAC) restituir el patrimonio, Martínez lo primero que zanja es: "Si vivimos en un Estado de derecho, las sentencias hay que cumplirlas; los frescos de Sijena deben volver al lugar que pertenecieron durante 800 años". 

Informes externos

Un informe técnico de 2016 confeccionado por parte del Govern, al que tuvo acceso este medio, alegaba que el traslado pondría "en riesgo la conservación" de las piezas. La única valoración vertida por el MNAC ha sido que revisará la sentencia y la decisión final será tomada por el Patronato del Museo, formado por la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el Estado. "Lo principal es garantizar que estos frescos no vayan a sufrir ningún tipo de daño", defiende el historiador.

Dado el interés que hay en retener este patrimonio en Cataluña, el especialista entiende que, sumando otra evaluación externa, se garantizaría el principio de ecuanimidad en este debate que se ha fraguado también en la arena política. "A lo largo de dos décadas de juicio, se ha ido politizando este asunto, y el arte y el patrimonio queda en un segundo plano cuando lo primero tendría que ser su conservación y disfrute", reclama.

En todo caso, ve que lo idóneo hubiera sido que tanto el Gobierno de Aragón como el de Cataluña hubieran llegado a un acuerdo en el que se reconociera la labor de mantenimiento del MNAC durante el período de la Guerra Civil e instaurar "una custodia compartida". "Pero la Generalitat ha respondido con el silencio desde que se empezaron a reclamar las obras en los 80 y, como es sabido, es mejor un mal acuerdo que un buen juicio", sentencia.

Tal y como señala en un tuit la historiadora Mari Menjón, en 1999 se presentó el documento Estudis previs de l'estat de conservació de les pintures murals, recogido en el Depósit de la Recerca de Catalunya. En el documento, se notifica que se estudió el estado de los 17 ábsides, así como de las pinturas planas de los conjuntos de Sant Pere de Sorpe, Sant Joan de Boí y Santa Maria de Taüll, pero el resto se investigaría durante el desmontaje y traslado de las mismas, por lo que presuponía su buen estado. 

Sijena, preparada para acoger las pinturas

La geóloga y petróloga Cristina Marín Chaves pide también una segunda opinión sobre las actuales condiciones de conservación en las que se encuentran los frescos. "Ningún técnico del Gobierno de Aragón ha podido ver su estado", asevera. "Cualquier profesional llegará a las mismas conclusiones en cuanto vea el estado del bien", dice.

"Lo crítico va a ser el momento del traslado, pero hay muy buenas profesionales para hacer el proyecto", comenta. Lo prioritario es realizar, a su juicio, un "estudio previo concienzudo" que garanticen su integridad y permitan volver a observar la obra en el entorno en el que fue concebida. "Deslocalizar el arte es algo completamente decimonónico, a nadie se le ocurriría hoy retirar un mosaico de una villa romana que está en buenas condiciones", argumenta. 

El monasterio real fue construido por orden de la reina Sancha de Castilla, mujer de Alfonso el Casto, y fundado en 1188, constituyéndose como muestra única del arte medieval hispánico. La iconografía recrea escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, como la creación de Adán y Eva, las tribulaciones del profeta Moisés, o la Crucifixión de Cristo, entre otros pasajes. Una construcción que, al fin y al cabo, "trasciende en la historia" de la Corona de Aragón, afirma.

Inversión para adecuar la sala capitular

La experta lleva 30 años estudiando la piedra de Sijena y, a lo largo de este tiempo, ha sido testigo de cómo se ha revertido el deterioro de la estancia principal del monasterio. "En el 92, la piedra se arenizaba una barbaridad, pero se ha conseguido consolidar y restaurar en condiciones, por lo que la piedra de la sala capitular tiene un buen estado de conservación", apunta. 

Explica que las pinturas no estarán en contacto con el soporte directamente, al contrario, estas cuentan con su propio bastidor, ya que las medidas de los frescos han cambiado después de haber sido arrancadas de su lugar de origen. A partir de la adecuación de la sala, hecha en 2017 con una inversión de 1,1 millones de euros, se cumplen los estándares exigidos en materia de climatización, tanto a nivel de humedad relativa, temperatura y estanqueidad, asegura. 

Paso a paso del traslado

¿Pero cómo se hace un traslado? El investigador del Departamento de Arte y Conservación-Restauración de la Universidad de Barcelona y miembro del Comité internacional de expertos de pintura mural (ISCMP) de Icomos, Jorge Otero, lo aclara para Crónica Global.

Los elementos principales a tener en cuenta previamente son: el estado de conservación del conjunto (incluidos soporte original y secundario), la cohesión de la capa pictórica, la sensibilidad de los materiales al movimiento físico, y la estabilidad de los entornos climáticos tanto en el traslado como en destino.

En torno a las valoraciones del MNAC, que ha calificado como "extremadamente frágil" el estado de conservación, admite que "un traslado o recolocación supondría asumir un alto riesgo que puede comprometer la integridad material de las pinturas conllevando pérdidas de patrimonio". Por tanto, cualquier intervención "debería estar muy cuidadosamente valorada y, en muchos casos, como este, puede considerarse desaconsejable".

Lo que se espera de un informe técnico de este calibre en el que se estudia el estado de conservación de la obra mural es: que contenga registros fotográficos de alta resolución, análisis físicos y químicos de los materiales constitutivos, y una cartografía precisa de las patologías que presente en la actualidad —como microfisuras, desprendimientos o deformaciones— y las zonas de mayor fragilidad, especifica el especialista. 

Con todo ello, se realiza un diagnóstico y, de acordarse el traslado, se procedería a incluir una evaluación de los sistemas de soporte y montaje existentes, así como de las medidas de protección preventiva que se hayan implementado. Estas deberán tener en cuenta la sensibilidad de los materiales frente a movimientos, vibraciones o cambios de microclima que se produzcan durante la manipulación. "La trazabilidad y el registro detallado de cada decisión y paso es una parte esencial del proceso", matiza.

El traslado supondrá un despliegue que implicaría, aconseja Otero, la contratación de un equipo multidisciplinar, que contaría preferiblemente con conservadores-restauradores, historiadores del arte del museo, científicos de conservación, técnicos en conservación preventiva y especialistas en transporte de bienes culturales.  

¿Alternativas?

Nadie quiere quedarse sin las pinturas de Sijena, pero, puestos en que una de las partes pierda este tesoro del patrimonio aragonés, ¿cuáles son las alternativas? El conservador-restarador nombra algunas soluciones "que respeten tanto el derecho al acceso cultural como los principios de conservación preventiva". 

Por ejemplo, la creación de un centro de interpretación en el monasterio de Sijena, o en una institución cercana, "que permitiera explicar el contexto, la historia, el proceso de arrancamiento y el significado de las pinturas", a partir de la reproducción digital a escala real, modelos 3D, realidad aumentada o réplicas físicas de alta calidad. Sucede con las réplicas de las cuevas de Altamira, Lascaux o el Yacimiento arqueológico de Risco Caído, en Gran Canaria.

La innovación digital ha permitido instalar un videomapping del ábside de Sant Climent de Taüll, otra opción más. Asimismo, apoya la colaboración entre el MNAC, el Gobierno de Aragón y el municipio de Villanueva de Sijena para desarrollar programas educativos y expositivos, "reforzando así el vínculo simbólico, histórico y cultural de las pinturas con su lugar de origen, sin poner en riesgo su conservación".

Volviendo al principio

El inicio de este entuerto la fecha el historiador Sergio Martínez en el golpe de Estado contra la II República, provocando la Guerra Civil de 1936. Aragón, que cayó en mano de los sublevados, fue escenario de la lucha que hubo entre los golpistas y los anarquistas, cuyas filas avanzaron por el territorio y provocaron durante la contienda el destrozo del patrimonio clerical y, entre sus señuelos, el incendio del monasterio de Sijena.

Cataluña, que contaba con su propio Estatuto de Autonomía —el de 1932—, formó una misión para salvar el patrimonio histórico de los alrededores. Una cuestión que "hay que agradecer", subraya Martínez, ya que, "Aragón no podía hacer nada porque legalmente no tenía propiedades y dependía del Gobierno central, que estaba enfrentando la sublevación". En la reseña del MNAC, se informa que un equipo de especialistas enviados desde Barcelona se ocuparon del traspaso y la posterior restauración de los bienes, para luego ingresarlos en su archivo en el año 1940. 

Varias personas observan las pinturas murales del Monasterio de Sijena expuestas en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC)

Varias personas observan las pinturas murales del Monasterio de Sijena expuestas en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) Kike Rincón Europa Press

Otras obras, imposibles de reclamar

Otra fecha clave es el año 1923, cuando el Real Monasterio de Santa María de Sijena fue declarado Bien de Interés Cultural, por tanto, Martínez explica que las ventas posteriores que se realizaron fueron "ilegales". La sentencia del Supremo dictamina que el MNAC no posee título de propiedad sobre los frescos románicos, dado que la priora del Monasterio de Valldoreix no representaba al cenobio aragonés en la venta que hizo en 1992 —similar a otras operaciones que hicieron las religiosas en los 80' y 90' por valor de unos 50 millones de pesetas— y, así, se legitimó al Gobierno de Aragón personarse en la causa.

En cambio, hay otros bienes que son imposibles de reclamar, detalla el historiador, por ejemplo, el Retablo de la Virgen del monasterio de Sijena, que fue adquirido, como reza en la ficha histórica del MNAC, en 1918, antes de que el conjunto histórico fuera declarado monumento nacional. "No se puede hacer nada, como ocurre con los bienes que hay en Madrid, ya que lo que se vendió antes es legal", expone. Como ocurrió en 2003, cuando el Estado compró en subasta la tabla de la Adoración de los ángeles y los pastoresNacimiento de Cristo, que se encuentran actualmente en el Museo del Prado. 

Detalle de la información de la ficha historiográfica del MNAC de las obras de Sijena.

Detalle de la información de la ficha historiográfica del MNAC de las obras de Sijena. CG

Traslado hasta en cinco ocasiones

El principal escollo para trasladar el conjunto de la sala capitular del monasterio desde el palacio de Montjüic es su aparente estado de fragilidad. No obstante, el MNAC reconoció en un comunicado que partes del intradós  superficie interior de un arco o bóveda— fueron expuestas entre 1970 y 1997, como en el Metropolitan de Nueva York, la Hayward Gallery de Londres, el Museu d'Història de Girona, el Palau dels Scala de Valencia y, de nuevo, a la ciudad neoyorquina. 

Además, la historiadora del arte Mari Menjón, en una entrevista concedida al periódico Heraldo de Aragón, especifica que después de ser arrancadas en el año 36, las obras se llevaron a la Casa Amatller, y tanto en 1940, 1943 y 1948, tuvieron varias idas y venidas entre este recinto y el propio museo. 

20 días para el traslado

La sentencia del Tribunal Supremo dictamina que el traslado debe producirse en 20 días. Un espacio de tiempo, a priori, reducido para lo que implica una obra de tal magnitud. Más allá del debate político, la geóloga y petróloga Cristina Marín admite que este período de tiempo servirá para "poner en marcha el estudio previo" que se necesita para corroborar la viabilidad del viaje. 

Un periplo que, para Jorge Otero, coincide con los debates que se fomentan desde instancias como la Unesco, que ya en 1978 creó un comité para promover el retorno de bienes culturales a sus países de origen, como ha ocurrido con los mármoles del Partenón o el moai Hoa Hakananai'a de Rapa Nui, especifica. "En el caso de Sijena, debido a su frágil estado de conservación, es fundamental que las decisiones en torno a su ubicación se guíen por principios técnicos y éticos y lo evalúen los expertos, más allá del legítimo debate sobre su localización", sostiene.