
Imagen del rellano visitado
En una de las guaridas del 'Pelicot catalán': "No hagas más preguntas"
El familiar de uno de los acusados por abusar sexualmente de una menor de 12 años niega cualquier vinculación con el caso
Nos desplazamos a su casa, donde un joven de 35 años fue detenido en mayo de 2024
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Unos viejos azulejos hidráulicos típicos de la cerámica catalana de finales del siglo XIX y principios del XX, decoran las paredes del portal de la modesta escalera. La puerta se abre sola. Es uno de los edificios donde, en mayo de 2024, los Mossos d'Esquadra detuvieron a uno de los secuaces del Pelicot catalán, una de las 16 personas investigadas por, presuntamente, abusar de una menor tutelada por la Generalitat.
La estrechez de este callejón del Poble-sec invade de sombra el lugar incluso a primera hora de la mañana, cuando nos desplazamos hasta allí.
"Esto ha cambiado muchísimo en los últimos años", apunta un vecino, intranquilo cuando su madre baja sola a comprar donde lleva más de medio siglo haciéndolo. La delincuencia, como hizo antes en otras zonas de Barcelona, ha penetrado también en este barrio obrero, antaño tranquilo y acogedor. Los asesinatos macabros, el narcotráfico y las redes de pederastia han dejado de ser cosa de películas y libros.
"Cada semana hay detenciones", asegura otro lugareño; y la de este joven también pasó desapercibida.
"Aquí no hubo detenciones"
Con no más de 35 años, se le acusa de acompañar en sus maniobras al ya famoso aunque aún sin rostro Teófilo L. M., cabecilla de la red de pedofilia más siniestra que recuerda Cataluña. Fue una de las personas que presuntamente abusaron tanto de niños como de niñas. El bajo de esta finca, a la falda de Montjuïc, podría ser uno de los escenarios de estos encuentros, supuestamente multitudinarios en algunos casos y siempre grabados en vídeo por el Pelicot catalán, encantado de ir cambiando de guarida.
Un señor abre la puerta de la única vivienda que hay en el rellano del bajo, antes de las escaleras. La presencia de extraños en el edificio parece alertarle, y pregunta si buscamos a alguien. "Estos bajos no suelen tener cédula de habitabilidad", explica un tabernero de la muy próxima y animada calle Blai. De la casa sale una luz particularmente intensa.
El olor también es singular: falta de ventilación y especias de Oriente. Lleva una chilaba blanca y los pies descalzos, y asegura que allí jamás han detenido a nadie, pese a la operación policial de 2024.
"No pregunten"
"Vivo aquí con mi mujer y mis hijos desde hace más de 20 años". Por edad, podría ser el padre de quien salió esposado hace casi un año por aquel mismo portal y sus inconfundibles rajoles hidráuliques. Le insistimos en que hemos visto las imágenes de la detención, que apuntan sin discusión a su puerta. El hombre sigue negando la mayor. "No hagas más preguntas". Cierra de golpe, invitándonos a desalojar.
Estamos cerca. También del portal de Ciutat Vella donde presuntamente vivía Teófilo, escondido o no de su verdadera identidad. Quien parecía recién despertado enseguida se engalana, y en no más de 15 minutos se dispone, a paso ligero, a dar una vuelta a la manzana. Literalmente. Lleva una gorra gris, a juego con su barba, y advierte de nuevo de que, según cómo, preguntar implica problemas.