La familia de acogida es una opción que se da en el sistema catalán para los menores tutelados por la Generalitat.

La familia de acogida es una opción que se da en el sistema catalán para los menores tutelados por la Generalitat. Luis Miguel Añón

Vida

Cataluña necesita un 50% más de familias de acogida: "Son ganas de amar sin expectativas de retorno"

María decidió dar el paso y acoger a dos menores de 7 y 10 años tuteladas por la Generalitat, con el fin de darles la oportunidad de formar parte de su hogar

El número total de familias ajenas en la región fue de 1.030 en 2024, pero el Instituto Catalán de Acogimiento y Adopción (ICAA) estima que se necesita un 50% más

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Amor, espacio emocional y estabilidad, tres ingredientes indispensables para ofrecer algo único: una oportunidad. Así lo cuenta María cuando habla sobre su experiencia como familia de acogida, un paso que dio hace cinco años cuando sintió que, junto a su pareja, estaba preparada para darle un hogar a un menor tutelado por la Generalitat a través de la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA).

Adquiriendo la categoría de colaboradora, inició un periplo que continúa a día de hoy en pos del crecimiento de dos niñas de 7 y 10 años, con las que ha agrandado su familia.

Para la elaboración de este reportaje, se ha preservado la privacidad de la madre, su hijastra y las dos menores acogidas. La protagonista del relato, María, recuerda con claridad el encuentro con las pequeñas con nitidez. Fue un día "inolvidable" que supuso dar rienda suelta a todas las preguntas que las niñas tenían, a las suyas propias, y a tratar, juntas, de dar con nuevas respuestas. "Las primeras semanas fueron de descubrimiento: probar, equivocarnos, reírnos mucho, enfadarnos por trastadas y hablar, pero por encima de todo: aprender", dice. 

Ternura y firmeza

A través del Instituto Catalán de Acogimiento y Adopción (ICAA), María comenzó los trámites para ser familia colaboradora junto a su marido, con quien habló en profundidad, expresándole que siempre había querido ayudar a los demás, sobre todo en la etapa de la infancia, cuando se hace más patente la falta de "ternura y, a la vez, firmeza" en los cuidados y la educación. Es más, si fuera por ella, tendría una ONG, así que, tras descubrir gracias a una amiga que existía esta opción, se lanzó a informarse.

Manualidad que representa a una familía

Manualidad que representa a una familía Freepik

En los primeros meses del proceso, María se enfrentó a su reflejo en el espejo: "Nos hizo reflexionar sobre nuestra capacidad, nuestras heridas también, y sobre cómo gestionar algo tan complejo como acompañar a niñas con mochila emocional".

Esa mochila a la que se refiere es el desarraigo que sufren estos menores al ser apartados de sus familias biológicas, con motivo de una orden judicial, a causa de situaciones de abandono, maltrato, soledad o negligencia en los cuidados.  

Equilibrio y comunicación

Dentro de las tipologías de familia de acogida, se encuentran en la de fines de semana y vacaciones escolares. Por tanto, las niñas pasan tanto los descansos de Navidad y Semana Santa como los puentes, o los sábados y domingos. "Es un modelo que nos permite mantener el vínculo de forma regular y profunda sin alterar demasiado su rutina escolar o terapéutica", detalla.

La cuestión es pasar el tiempo juntos: cocinar y hacer pizzas caseras, ir a la montaña, tarde de películas, cuidar al perro, manualidades, tantas cosas por hacer y que, en el fondo, reflejan una "experiencia de hogar". 

¿Qué define a una familia? En una sociedad como la actual, los vínculos se estrechan sin depender de la cosanguineidad y buscan nuevos modelos, donde lo que más importa es compartir, a partir del esfuerzo y la compañía, el proyecto vital de cada individuo. Como remarca María, esta decisión surge "no para salvar a nadie, sino para acompañar y compartir un pedacito de vida con sentido". 

"Nunca juzgamos a la familia biológica"

Una de las partes más desafiantes de este modo de vida es la relacionada con el contacto con la familia de origen, el cual María respeta sumamente. "Nunca juzgamos a la familia biológica", destaca, "y si hay un conflicto, tratamos de entender qué lo detonó, hablarlo con la trabajadora de referencia y actuar desde el cuidado, no la reacción". Un equilibrio "delicado", en el que razona que prima la comunicación.

Comunicación de igual manera indispensable con su hijastra. Al final, es una especie de hermana mayor para las dos menores y comparte con ellas anécdotas, tienen sus tardes de chicas, les dice lo que pasa en internet y se divierten juntas. "Las niñas le hacen muchas preguntas y, también para ella, es un aprendizaje: la empatía, la paciencia, y entender que hay otras realidades fuera de su burbuja", detalla la madre. El cuidado mutuo es palpable tal y como habla de ellas. ¿Y qué ocurre con su pareja?

Compenetración

El humor, la organización, la paciencia y el amor son los bálsamos para una rutina tan llena de sorpresas. "Hay momentos de caos, ese 'caos bonito' del que hablan algunas madres, pero nos compentramos bien", asegura. "Repartimos tareas, buscamos momentos para nosotros y nos damos permiso para no ser perfectos", dice de ella y su marido, un equipo al frente de, prácticamente, una familia numerosa, "¡en el coche con el perro es ya un show total!". 

Una convivencia que, reconoce, "no es para todo el mundo, y no pasa nada". Antes de emprender este proyecto, recomienda, primero, hacer una autocrítica tanto con una misma como de los miembros de la familia implicados. Y, además, asumir que "no será un camino de rosas", ya que el dolor ajeno, del menor, estará presente. Así que pide una profunda reflexión que responda a la vocación de acompañar, manifiesta. Una vocación donde priman las "ganas de amar sin expectativas de retorno".

Una posible despedida

María es consciente de que, en cualquier momento, la condición de las hermanas puede cambiar y retornar con su círculo de origen. Por tanto, de cara al futuro, desea mantenerse en el cosmos de las niñas como una familia elegida. "Hoy, cada reencuentro sigue siendo una fiesta", confía, y, de terminar, sabe que pronto le brindarán apoyo a otra otra criatura.  

Un momento agridulce, pero que contrarresta pensando en el impacto que ha tenido en su propia vida, dado que, como confiesa, le ha removido y recolocado emocionalmente. "He aprendido a escuchar más allá de las palabras, a sostener sin prometer y a amar desde la presencia, no desde el control. Es una lección de humanidad constante", sostiene. Un viaje que prosigue, y del que desconoce cuál será el siguiente destino aunque, lo más importante, ha sido "reconectar con lo esencial". 

¿Cuál es el proceso para acoger a un menor?

El proceso para ser familia de acogida tiene una duración, aproximada, de seis meses. Entre los requisitos figuran ser mayor de 25 años y tener una diferencia de edad de 14 años con el menor acogido. Una vez tramitada una primera cita con los servicios del Instituto Catalán de Acogimiento y Adopción (ICAA), que están disponibles en las cuatro provincias y Amposta, se llevarán a cabo tres entrevistas. Además, se le pedirá a los interesados que asistan a varias sesiones formativas y se analizarán sus características personales y estándares socioeconómicos. 

Una vez superada la selección, el ICAA asignará a los menores a la unidad familiar y se realizará un seguimiento, tanto con apoyo psicológico como en otros asuntos, como la asistencia médica. Al respecto, la directora del ICAA, Elena Lledós, comenta que se les acompaña en el camino, dado que son casos complejos que están afrontando. "Si una adolescencia de cualquier niño o niña es compleja, en estos casos, llevan otras mochilas", apunta.

Además, las personas que emprendan esta aventura tienen que ser conscientes de que el contacto con la familia biológica es ineludible, ya sea por la vuelta del menor a su primer domicilio o a través de visitas programadas, por ejemplo. "Hay que trabajar y tratar este tema para que sepan cómo reaccionar ante los niños en estos encuentros", asegura Lledós.

Tipos de familia de acogida 

Para hacerse una idea, las familias de acogida se dividen en: extendida, aquellas en las que hay algún miembro de la familia biológica como los abuelos o tíos, y la ajena, las que no tienen ninguna relación de sangre. En este último caso, hay cinco tipos.

El primero, de urgencia y diagnóstico (UID), se realiza durante el diagnóstico de servicios sociales con menores de hasta seis años; también, la simple, relacionada con quienes acogen durante dos años a un menor que volverá con su núcleo de origen; y, en tercer lugar, la permanente, donde se considera que el desamparo será definitivo y lo más práctico es comenzar los trámites de preadopción.

En cuanto al cuarto tipo, la de acogimiento de unidades de convivencia de acción educativa (UCAE), se da con aquellos menores que tienen necesidades educativas especiales y, normalmente, se requiere que uno de los miembros esté especializado en el ámbito de la psicología, asistencia sanitaria o educación social; y, finalmente, las familias colaboradoras, entre la que se encuentra María. 

Estabilidad del número de familias

Con respecto a las cifras, ha habido una ligera variación en el último lustro, ya que en el año 2019 había un total de 1.039 familias de acogida; luego, en el 2020, se redujo a causa de la covid-19 a 1.021; posteriormente, en 2021, hubo 854; y en 2022 volvió a remontar, con 988 familias; a las que seguirían las 1.055 de 2023 y, finalmente, en 2024 quedó un total de 1.030

En relación al año pasado, hubo 101 en la categoría de UID; otras 369 en las simples; además de 392 en las permanentes; otras 28 en UCAE; y, por último, 140 como colaboradoras. Donde ha habido menos variación a lo largo de estos cinco años fue en la categoría de UID y UCAE, mientras que en las colaboradoras hubo un ligero descenso —con 162 en el año 2019— y en las permanentes un repunte —con 318 en el año prepandemia. 

Gráfico sobre el número de familias de acogida entre 2019 y 2024, en Cataluña.

Gráfico sobre el número de familias de acogida entre 2019 y 2024, en Cataluña. Óscar Gil Barcelona

Necesidad de un 50% más

En la actualidad, la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) tutela en los centros a un total de 280 de entre 0 y 6 años, mientras que hasta los 17 años son unos 9.000 adolescentes. A partir de esa cifra, el ICAA se encarga de buscar a las familias de acogida, habiendo 3.600 en esta modalidad y otros 1.200 en familias ajenas. Unos datos que fluctúan a lo largo del año, indica la directora del ICAA. 

Lledós adelanta que se necesitaría incrementar un 50% más de familias para darle un hogar a todos los menores de la primera franja de edad. "Ponemos toda la carne en el asador para incrementar estos números, aunque los datos son estables, en general", afirma. Para ello, se ha impulsado una estrategia para "desinstitucionalizar" a los infantes.

Rebaja en el IRPF y carnet de familia de acogida

Entre las medidas, Lledós detalla que se prevé la contratación de 27 personas —ya hay 17 nuevas en plantilla— con el objetivo de cumplir con los plazos de seis meses establecidos por la ley para los casos de acogimientos de urgencia y diagnóstico. "No se cumplen en la gran mayoría de casos y se alargan como un año o año y pico", provocando un mayor sufrimiento por la ruptura del vínculo o impidiendo a la familia matriz acoger a otros menores. Así que, ese es el primer mandato a perseguir. 

En esta línea, se aprobó en marzo de este año la rebaja en el tramo autonómico del IRPF, por lo que las deducciones serán de 150 euros en la declaración de la renta a nivel individual y de 300 euros si se hiciera de forma conjunta o en las declaraciones de familias monoparentales. "En el 2026 ya se podrá aplicar", asegura. Y, además de las campañas de comunicación para divulgar estas acciones, se plantea la creación de un carnet de familia de acogida, que recoja los beneficios de otros carnets vigentes, como las numerosas o monoparentales.

El último objetivo de este programa a desarrollar es proporcionar a los menores la documentación completa, ya que, procedentes de otros países o sin el interés por parte de sus familias biológicas, muchos no la tienen. "Se impulsará que tengan la documentación en regla porque es su derecho, y es necesario", dice la directora, sobre todo para realizar actividades, viajar o diferentes gestiones en los que la familia de acogida se encuentra con un muro administrativo.

Apoyo económico

La responsabilidad de un menor conlleva una inversión económica, aunque Selva advierte que, por ahora, no tiene ninguna subvención. Es más, para afrontar este incremento de gastos, tanto ella como su marido tienen un segundo trabajo y asumen las visitas al terapeuta: "Nos lo pagamos nosotros", y advierte que una asignación serviría para cubrir los gastos de transporte, comidas o salidas. 

Al respecto, Lledó traslada que, desde el ICAA, se ofrecen ayudas no contributivas para el cuidado de los pequeños, según su edad y estado, de forma mensual. En el primer tramo de edad, hasta los 9 años, se dan 496 euros; mientras que hasta los 14 años es de 532 euros; y, finalmente, hasta los 18 años, de 563 euros.

A ello habría que añadirle una serie de complementos, que se dividiría de la siguiente manera: un único pago de 97 euros para el momento de bienvenida entre las familias y los menores; también, otra modalidad 'de respiro', entre los 90 y 120 euros, dependiendo de si el menor tiene alguna discapacidad, lo que pueden acumular para llevarlos a las colonias en verano o utilizar durante el mes para actividades lúdicas, y se costean los desplazamientos para visitar a la familia biológica.

Una familia pasea por la ciudad

Una familia pasea por la ciudad GC

La familia, el pilar básico

Hay otros supuestos más especiales, como la acogida de urgencia y diagnóstico de bebés, en las que se ingresan 700 euros, y, para aquellos hogares que se hagan cargo de menores con discapacidad, un suplemento de 1.800 euros. En cuanto al número de niños acogidos por la misma unidad familiar, se percibe 175 euros por menor. 

Con todas estas medidas, Lledó, que defiende que en los centros se goza de un cuidado y una atención óptimos, insiste en que el beneficio de un hogar es inmediato: "Los niños y niñas donde están mejor es viviendo en familia".

En ese ir y venir de las instalaciones, los modelos de referencia están en manos de trabajadores que, muchas veces, rotan, y, por tanto, califica como un "pilar básico" el núcleo familiar, donde se transmiten valores, se alimenta ese lazo de afecto y cariño, y se vive, apunta, el desarrollo emocional y social de estos niños y niñas que esperan una oportunidad.