La palabra catalana de cinco letras que no se entiende en el resto de España

La palabra catalana de cinco letras que no se entiende en el resto de España CRÓNICA GLOBAL

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La palabra catalana de cinco letras que no se entiende en el resto de España: es intraducible

Si uno la oye fuera del territorio catalanoparlante, lo más probable es que nadie sepa qué significa

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En Cataluña hay palabras que se escuchan a diario y que pueden ser muy difíciles para una persona que desconoce el idioma. Cal, prou, cap, son solo algunos de los términos más comunes que desconciertan.

Son palabras que están en boca de jóvenes, mayores, medios de comunicación y hasta en obras de teatro. Pero si una las oye fuera del territorio catalanoparlante, lo más probable es que nadie sepa qué significa.

Más allá de las citadas, una de estas palabras catalanas que crea desconcierto y se usa de forma frecuente. Y no es para menos: no tiene traducción exacta, ni siquiera un sinónimo claro.

Dèria” es una sola palabra, cinco letras, y una barrera lingüística invisible. ¿Por qué es tan habitual en Cataluña pero tan difícil de entender en el resto de España?

¿Qué significa dèria?

A primera vista, parece una palabra sin mucho misterio, especialmente para los catalanes, que la tienen muy integrada en su vocabulario del día a día. Pero dèria encierra una complejidad que ha llevado a más de un traductor al límite. 

En catalán, se usa para hablar de una fijación intensa, una idea recurrente, un impulso que se repite. No tiene por qué ser negativo. Tampoco enfermizo. Pero es constante. Persistente. A veces hasta cargante.

Es muy frecuentes escuchar a personas pidiendo que se saque esa “dèria de la cabeza” o que reprochan a otros que estar obsesionados con esta dèria y que la deje estar. Es por eso, que muchos castellanohablantes pueden pensar que esto es algo muy concreto.

Intentar traducirla al castellano es una misión casi imposible. ¿Es una obsesión? A veces. ¿Un capricho? Depende del contexto. ¿Una manía? Solo si se mantiene en el tiempo. Ninguna opción termina de encajar del todo. Y ahí está la clave de su singularidad.

Por qué no tiene traducción exacta

Para traducirla al castellano uno necesita hacer rodeos para expresar lo que el catalán dice con dèria. Mientras que en español habría que construir frases como “tiene una idea fija con esto” o “siempre está con lo mismo”, en catalán basta un simple “té una dèria” (tiene una dèria).

Su poder está en la síntesis. En cómo consigue expresar una idea compleja con una palabra corta, sonora y cargada de significado. Eso la hace única… y difícil de importar.

¿De dónde viene la palabra?

El origen de dèria es tan curioso como su significado. Proviene del latín delirium, que hacía referencia a un estado de desvarío o delirio mental. Literalmente, significaba “salirse del surco”, del camino recto.

Con el tiempo, esa idea de desviación se fue matizando. Si bien la palabra delirio (deliri, para los catalanes) existe, en catalán este delirium evolucionó hasta referirse a una inclinación intensa por algo, sin necesidad de perder la razón. Hoy, dèria la palabra ha perdido ese componente médico o clínico, y se ha vuelto parte del lenguaje cotidiano.

Una palabra muy catalana

En Cataluña, nadie necesita que le expliquen qué es una dèria. Todos tienen alguna. Una dèria con los trenes. Con el orden. Con los gatos. Con los mapas antiguos. Lo que sea.

Se ha convertido en una marca de identidad del catalán. Tanto, que incluso muchos bilingües la cuelan en medio de frases en castellano porque no encuentran una alternativa mejor. “Tiene una dèria con eso”, dicen, sin molestarse en traducirla. No hace falta.

¿Por qué fascina tanto?

Dèria vive feliz sin traducción, especialmente en un mundo donde casi todo necesita ser explicado, donde se quiere encontrar una traducción literal con un solo clic. Dèria resiste. No porque sea una palabra rara, sino porque dice cosas que otras no saben decir. Y lo hace con un tono afectivo, cercano, casi íntimo.

Más allá de eso, la palabra sigue vive por todo lo que puede llegar a expresar con tan solo cinco letras. Y, seguramente, es por eso no ha sido sustituida por anglicismos o tecnicismos modernos. Porque no hay otra igual. O porque en el fondo, todos —en Cataluña o fuera de ella— tenemos alguna dèria.