
La anterior Conferencia de Presidentes, celebrada en Cantabria EUROPA PRESS
La Conferencia de Presidentes aterriza en Cataluña con el virus de la polarización política
El Palau de Pedralbes simboliza el reencuentro institucional, pero la cita llega marcada por la tensión PP-PSOE y las amenazas de Ayuso sobre el uso del catalán
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Nada es casual en política. Ni mucho menos la elección de Barcelona como sede de la XXVIII Conferencia de Presidentes de este viernes. Ni el lugar –primera vez que uno de estos encuentros tiene lugar en Cataluña– ni el momento –en pleno “despertar” de una comunidad que empieza a olvidar el desafío nacionalista– son fruto del azar. Sin embargo, la agenda del procés, el ruido, regresa a casa, importado en esta ocasión desde Madrid.
Fuentes conocedoras de los entresijos políticos destacan la “importancia” de que el encuentro se celebre en el Palau de Pedralbes. En esencia, porque supone un nuevo paso para el tan mencionado “reencuentro” entre Cataluña y el resto de España, tan necesario después de una década de crispación y separación motivada por el pulso independentista. Pero asumen que el palacio será testigo de la toxicidad de la política española.
Ayuso y el pinganillo
Hablan con conocimiento de causa. Y no solo por el hecho de que el ruido político haya alcanzado en Madrid niveles de polarización sin precedentes, sino porque este mismo encuentro ha generado crispación entre las filas del PSOE y las del PP en los últimos días. Los conservadores, de hecho, han amenazado con boicotear el acto si no se atendían sus exigencias. Incluso después de conseguirlas, han mantenido el tono elevado y desafiante.
Y es que dos no se entienden si uno no quiere hacerlo, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), ha amenazado con levantarse del encuentro si allí se emplean las lenguas cooficiales (catalán, euskera y gallego), habiendo como hay un idioma que entienden y dominan todos los participantes: el castellano. Porque, en sus palabras, no se va a poner el pinganillo –la traducción costará 11.600 euros al erario–.

Imagen de archivo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso
Las lenguas cooficiales
Aspavientos y gestos al margen –“utilizan el catalán para hacer provincianismo con el secesionismo catalán”, ha dicho–, lo cierto es que el Govern al completo, con Illa a la cabeza, celebra que, por primera vez, se puedan usar las lenguas cooficiales en estas conferencias. También hubo alboroto cuando ello se permitió en el Congreso, pero nadie se acuerda de ello –por no decir que, pese a todo, se usa mayoritariamente el castellano–.
La lengua, de todos modos, es solo una bala más de un tambor en el que también figuran las cloacas del Estado, la vivienda, el pacto migratorio, Leire… Cada elemento se convierte en arma arrojadiza. El clima tóxico de confrontación PP-PSOE ha alcanzado un punto en el que cualquier propuesta se convierte en munición.
La política útil de Illa
En este contexto, el anfitrión de la conferencia, el presidente catalán, Salvador Illa (PSC), defenderá, de nuevo, la política útil y, aunque está dispuesto a debatir de todo –el PP exigió la inclusión de asuntos como la financiación autonómica y el problema migratorio, entre otros–, concentrará sus energías en el principal reto, la vivienda, que inicialmente era, además, el asunto que se iba a tratar con más atención.
No hay que olvidar que el asunto de la vivienda es uno de los pilares sobre los que se asienta su mandato, y en el que está destinando gran parte de sus esfuerzos. No en vano, se ha comprometido a poner a disposición de la ciudadanía hasta 50.000 nuevas viviendas públicas hasta 2030, con una inversión anual de 1.100 millones de euros.

El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, durante la sesión de control al Govern en el Parlament
Cambio de aires
Así, el ruido político vuelve a Barcelona cuando en el escenario catalán se había logrado cierta despresurización tras los años del procés. Las críticas de Junts a Illa por su supuesta “sumisión” en el debate sobre financiación autonómica son un síntoma de lo difícil que es sostener un clima constructivo, aunque, en este caso, la acusación suena más a recurso de trámite que a batalla real.
La paradoja es que fue precisamente Cataluña la que exportó al resto de España el marco del enfrentamiento identitario. Ahora es ese mismo marco –reformulado y potenciado por la derecha madrileña– el que se reimporta, cargado de épica y maximalismo. Ayuso ha hecho suyo el relato del procés, aunque adaptado a su causa: menos autodeterminación, más confrontación con “el otro” como principio estructural. Los problemas y los objetivos que hoy se plantean en Madrid son muy distintos de los que se debaten a 600 kilómetros. Los actores, también.
El regreso de Cataluña
Sin embargo, la voluntad de Illa de celebrar la conferencia en un ambiente de cordialidad institucional no es un acto ingenuo: es una apuesta decidida por romper el bucle del ruido. En este sentido, la conferencia en Barcelona no es solo una reunión entre gobiernos: es una prueba de resistencia frente a la importación del modelo de confrontación madrileño. Cataluña, que ya vivió su propia dosis de polarización extrema, parece hoy más dispuesta a avanzar en la política útil. El reto es que los demás también lo estén.
En esta línea, esta reunión encaja con el compromiso expresado por el presidente de la Generalitat desde el primer momento: que Cataluña “ha vuelto para implicarse en la mejora de una España a favor de todos: más plural, justa y diversa”. Y, del mismo modo que el president se ha propuesto recorrer el país –Madrid, Asturias, Canarias…– para explicar su proyecto, ahora el país entero le devuelve la visita.
La historia del palacio
Illa, asimismo, se ha propuesto que la conferencia sea útil para la ciudadanía y que se desarrolle en un ambiente de cordialidad institucional, pese a los intentos del PP de dinamitar el encuentro con sus peticiones. Para empezar, recibirá al Rey, en un gesto que confirma la normalización institucional de la Administración catalana.
Sea como sea, y hechas estas consideraciones, la elección del Palau de Pedralbes es otra declaración de intenciones. Porque el edificio tiene origen en una masía del siglo XVII que, tras la compra de Eusebi Güell –junto con una edificación vecina–, y tras la pertinente reforma y ampliación, se convirtió en el palacio que es hoy, del mismo modo que Cataluña quiere traspasar fronteras y recuperar el terreno perdido.

Imagen de los jardines del palacio de Pedralbes
Mas-Rajoy, Sánchez-Torra
El Palau de Pedralbes ha tenido muchos usos, tanto residenciales –palacio real entre 1919 y 1931 y vivienda oficial del dictador Francisco Franco en sus visitas a Barcelona– como museísticos y de otra índole. Pero también ha sido escenario de encuentros políticos en los años más tensos del procés.
En concreto, allí coincidieron Artur Mas y Mariano Rajoy con motivo de una conferencia mediterránea, y ese fue también el lugar elegido para un encuentro entre Pedro Sánchez y Quim Torra, en 2020, dentro de la ya olvidada mesa de diálogo. El contexto ha cambiado, y habrá tensión y reproches, pero nada que ver con las citas anteriores.
Iniciativa de Zapatero
La creación de la Conferencia de Presidentes se le atribuye al expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE), en 2004. Y este órgano de cooperación lo han mantenido sus sucesores: Mariano Rajoy (PP) y Pedro Sánchez (PSOE). Sin embargo, ha sido bajo el mandato de este último cuando estas reuniones han salido de Madrid.
Tras los meses del Covid, en los que se agendaron hasta 14 reuniones extraordinarias telemáticas entre los presidentes autonómicos, estos encuentros se han programado en el Monasterio de San Millán de Yuso, La Rioja (2020); el Convento de San Esteban, Salamanca (2021); el Museo Arqueológico Benahoarita, La Palmas (2022); el Palacio de la Magdalena, Cantabria (2024) y, ahora el Palau de Pedralbes de Barcelona.