
Yolanda Morató en la Fábrica de Tabacos de Sevilla
Yolanda Morató: "En tiempos de guerra el periodismo independiente no existe"
La filóloga y traductora onubense, que ya investigó la vida de Manuel Chaves Nogales durante sus oscuros años británicos, recopila para El Paseo Editorial en tres volúmenes las crónicas que el periodista sevillano escribió para los periódicos americanos durante su exilio en París y Londres
Yolanda Morató lleva dos décadas estudiando la obra de Manuel Chaves Nogales. Traductora y profesora de Filología Inglesa en la Universidad de Sevilla, en 2023 publicó en el sello de Abelardo Linares, Renacimiento, Los años perdidos, una indagación sobre los años que el periodista sevillano pasó en Inglaterra. Este trabajo le llevó a rescatar una serie crónicas hasta entones desconocidas. De la mano de la editorial El Paseo Editorial reúne ahora estos artículos, inéditos en el formato de libro, sobre Ia Segunda Guerra Mundial. A este primer volumen seguirán otros dos, en los que Morató recopilará todas sus crónicas desde que abandona la Francia ocupada hasta su muerte, en 1944.
Chaves Nogales está enterrado en una tumba en Londres en la que ni tan siquiera está escrito su nombre. Durante muchos años, a nivel editorial, Chaves Nogales también estuvo enterrado sin que nadie se acordara de él. ¿Con la publicación de estos artículos y con los que vendrán después se le ha restituido definitivamente?
En gran medida, sí. Hasta ahora quedaba por recuperar la parte del exilio: su etapa de madurez como un escritor que vive fuera de España. Estos tres volúmenes, el que se publica ahora y los dos que saldrán en los próximos meses, son una tarea de revisión de todo lo que publicó en esos años. Hay que tener en cuenta de que hablamos de alrededor de 1.500 páginas escritas. Son muchas porque muchos esos artículos se publicaban a la vez en dos o tres medios.

Yolanda Morató
Tras estos volúmenes, ¿queda algo pendiente o ya tendríamos todo Chaves Nogales publicado?
Todo, todo no está. Hay crónicas que se publicaron en su momento en periódicos y que no se han recopilado todavía. Todavía no se ha reconstruido bien la vida de Chaves Nogales fuera de España. Sabemos que, al marcharse, va primero a Francia y, luego, a Inglaterra. Él trabaja muchísimo. Casi todas las actividades que lleva a cabo se han reconstruido a partir de piezas sueltas que han ido apareciendo en las hemerotecas. En mi opinión habría que hacer lo contrario: reconstruir su vida, sobre todo la profesional y, a partir de ahí, ordenar todo su legado, parte del cual todavía está sin montar, sin cotejar y sin organizar. Hacer esto es fundamental para cualquier filólogo.
Hace tiempo le preguntaban sobre la importancia de la vida a la hora de leer los textos y usted reivindicaba la importancia de conocer la biografía, pero su independencia respecto a la obra.
No creo que la vida sea completamente separable de la obra, pero no porque considere que lo que pasa en vida tiene su impacto y su reflejo en la obra, sino porque la trayectoria vital condiciona dónde se trabaja, con quién se trabaja y para quién se trabaja. Esto es lo que me interesa reconstruir, conocer estos datos vitales que pertenecen tanto a la vida laboral como a la social y personal.

Chaves Nogales posa en Canterbury después de los bombardeos alemanes
A la hora de recopilar estos artículos fue esencial conocer las agencias de noticias para las que trabajaba Chaves Nogales.
Sin duda. Las agencias y el papel que jugaron has sido las grandes desatendidas en el estudio de Chaves Nogales. Por esto publiqué Los años perdidos, mi libro anterior. Consideraba que si había cosas que de él no sabíamos no era porque otros investigadores no hubiesen indagado con ahínco, sino porque no se había reconstruido el hilo conductor que permitía saber quién le pagaba y para quién trabajaba.
Precisamente por esta relación con varias agencias de noticias francesas hay quien piensa que estos artículos tienen un tono propagandístico que los que otros textos suyos carecen.
Chaves Nogales sabe para quién escribe, efectivamente, pero es cierto también que, en términos ideológicos, está alineado con quien lo contrata. En este sentido no hay contradicción. Vería más problema que escribiera desde el bando alemán, pero no lo hace. Trabajó en el bando aliado y escribió en favor de la democracia. ¿Son propagandísticos estos artículos? Me consta que hay gente que no tolera ese optimismo que muestra en muchos de ellos, pero esto es algo personal de cada lector. Como decía, no le veo mayor problema al hecho que alguien escriba con la voluntad mantener alta la moral de sus lectores en tiempos de guerra. ¿Es propaganda? Habrá quien así lo considere, pero en tiempos de guerra el periodismo independiente no existe, a no ser que publiques para tu bloque de vecinos. Está todo controlado.

Yolanda Morató
En estos artículos percibimos una lucidez sorprendente para comprender lo que sucede e, incluso, para adelantarse a los acontecimientos.
Él es un periodista en una situación geopolítica privilegiada. Ha salido de España y ha llegado a Francia antes de que sea ocupada por los alemanes. Posteriormente se traslada a Inglaterra, en pleno blitz, el bombardeo alemán. No hay muchas figuras del periodismo que se muevan en tres territorios fundamentales en el siglo XX de Europa Occidental y durante dos conflictos -la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial- de semejante envergadura. A esto hay que sumarle el hecho de que es una persona muy observadora; tiene una mirada panorámica y consigue que todos los detalles encajen.
Esta es la mirada del periodista, pero ¿es también la mirada del escritor que, como en sus relatos, consigue captar su tiempo a partir de los pequeños detalles y de las anécdotas?
Suelo decir que encasillar a la gente según las profesiones que desempeñan es empobrecedor, porque en la práctica todos trabajamos para alguien, o para alguna empresa, sin que esto no implique que tengamos otras facetas distintas. Chaves tiene una faceta, que es la del periodista: trabaja para medios que publican sus artículos y crónicas, pero escribir para la prensa no hace que deje de ser el gran narrador que es. Esto salta a la vista para cualquiera. Me resisto a valorar de manera distinta un texto dependiendo de si se publica en un periódico o en un libro con sobrecubierta, y me resisto a la idea de catalogarlo como periodista simplemente por el oficio que desempeña. Todos somos más que un oficio.

Los tres volúmenes de las crónicas del exilio de Chaves Nogales
Imagino que el estilo Chaves Nogales que lo hace reconocible en artículos y relatos y que usted, tras tantos años de estudio, debe reconocerlo al instante sin necesidad de ver la firma.
La frase ágil está presente en toda su obra. Lo que sucede es que no es la misma frase ágil la que encontramos en La ciudad, un texto de juventud sobre Sevilla, que la que encontramos en textos posteriores marcados por el desengaño que ha vivido al salir de Francia apresuradamente. Dicho esto, el estilo siempre está ahí, igual que su talento para narrar. En cada pieza que escribe hay al menos un par de frases para enmarcar. Y por lo que comentas de reconocer de inmediato un texto de Chaves, efectivamente, tras estos años, me es fácil reconocerlo, lo que pasa es que el oficio me dice no hay que dar nada por sentado. No puedo afirmar que un texto sin firma sea de Chaves si no lo puedo contrastar. Aquí aparece mi oficio de filóloga: por mucho que encuentre elementos y rasgos que son una especie de firma de Chaves, debo poder contrastar y tener todos los datos para atribuirle un artículo.
Hábleme de la precisión a la hora enfrentarse a un texto como traductora.
Esta es otra subdivisión que, para mí, no tiene sentido, sobre todo si pensamos en los textos clásicos. La traducción no la podemos separar de la filología, porque los clásicos o los textos religiosos son textos que siempre hemos leído en traducción. Diría más: no solo la Odisea, la mayoría de nosotros hemos leído Guerra y Paz o Madame Bovary en traducciones. Traducción y filología son indisociables.
Yolanda Morató
Volviendo a Chaves Nogales, ¿se puede decir que pasa del desencanto a la ilusión por la posible victoria ante el nazismo para terminar otra vez en desengaño?
Chaves es alguien a quien hoy definiríamos como hiperactivo: escribía muchísimo, viajaba muchísimo, estaba en mil cosas. A esto se le suma una capacidad asombrosa para recuperarse. Sale de España con ese desengaño que tan bien expresa en A sangre y fuego; llega a Francia y se enamora de su país de acogida. Cuando tiene que dejarlo escribe un relato de decepción y se traslada Inglaterra, país que también el encanta. Por esto digo que tiene una capacidad increíble de adaptación que le permite ser muy productivo. Él va hacia adelante siempre, mira al futuro. Es alguien admirable en este sentido.
Se adaptaba muy bien, pero no aprendió las lenguas de los países en los que vive.
Seguramente chapurreaba algo de francés o de inglés, porque, después de tantos años en el extranjero, es difícil que no se le hubiera pegado algo. Lo que es cierto es que decía que no quería aprender otras lenguas porque temía que su español se contaminara. Estaba muy orgulloso de la lengua que dominaba y decía que no debía contaminar su herramienta de trabajo por el contacto con otras lenguas. Era consciente de su estilo. No quería dejarse arrastrar por otras formas de decir.

'Manuel Chaves Nogales. Los años perdidos'
Algo que se percibe leyendo sus artículos es su ironía.
La ironía y el humor son claves para cualquier escritor, por muy dramático que sea lo que cuente. Cuando me preguntan con qué otro escritor compararía a Chaves Nogales siempre contesto que con Cervantes, salvando las distancias del tiempo y del género en el que escribían. Lo que los une es que los escribían con un estilo llano, es decir, muy accesible, pero no por eso menos complejo. Es un estilo sencillo a primera vista y muy complejo en su interior, con notas de humor ante la adversidad y con una ironía que hace que los textos tengan varias capas de lectura. Diría que los dos sabían muy bien que de esta manera podían interpelar a todos los públicos.
De hecho, Chaves Nogales publicó en muchos países: Francia, Cuba, Inglaterra, Brasil.
Uno de los rasgos que define a Chaves Nogales es su cosmopolitismo. No es un escritor anclado en su tiempo y esto es lo que explica la revitalización de su obra. Los grandes autores son aquellos que, alimentándose de su momento histórico, no lo necesitan para sobrevivir. Los clásicos, independientemente de la época en la que volvamos a leerlos, siguen apelándonos porque tienen ese carácter universal que los separa de su país y su tiempo y los hace cosmopolitas. Cualquier persona en cualquier país y de cualquier condición pueda encontrar algo interesante en ellos.

Yolanda Morató
¿Cómo explica que aquí nos olvidáramos durante tantas décadas de Chaves Nogales?
Por un lado, porque muchas veces se impone la idea de que los autores extranjeros siempre son mejores que los nuestros. A esto se suma el hecho de que los rescates son caprichosos. Se ponen de moda ciertas épocas y se rescatan a los autores de esas épocas. En los rescates entran en juego muchos elementos: la manera en que se hacen, las publicaciones en las que aparecen los textos. Conocemos el Juan Belmonte. Matador de toros de Chaves porque lo publicó reiteradamente Alianza, aunque apenas tuvo trascendencia La ciudad se reeditó en los años noventa por la Universidad de Sevilla. Las editoriales que comercializan estas obras… No voy a decir que el autor sea lo de menos, pero tampoco es el factor fundamental. La recuperación de un autor es una operación muy compleja.
Quería preguntarle sobre el idioma y las distintas versiones de estos artículos. Creo que usted tuvo que traducirlos del francés.
Para contarlo de manera muy sencilla: lo que sucedió con los artículos de Chaves es lo que sucede con las series de Netflix, que se difunden en inglés. El inglés es su lengua pivote. La lengua a partir de la cual se hacen todas las traducciones. Lo mismo pasa en el Parlamento Europeo, donde la lengua pivote es el francés y, por tanto, si hay una ley italiana, esta se traduce al francés y del francés a las otras lenguas de la Unión Europea. En el caso de estos artículos, al haber sido escritos para agencias de noticias francesas se pasaban directamente al francés y, a partir de ahí, se vertían a otras lenguas. Había una persona cablegrafiando los artículos con una especie de código morse. A partir de ahí se trasladaban a la lengua del país de los periódicos en los que se publicaban.

'Libres y libreras'
¿No se conservan los originales en español?
No, porque lo más probable es que Chaves los dictara o que, como decía, alguien los codificase para enviarlos a los distintos países donde, luego, se descodificaban. Y ese código era el francés. Lo que yo he hecho es devolverlos al castellano. Para conseguirlo recurro a una técnica que ya desarrollé hace cinco o seis años y que me permite reconstruir la lengua de Chaves Nogales. Yo no traduzco con mi voz, sino que utilizo un sistema informático que yo misma desarrollé para colocar las palabras de la misma manera en las que Chaves las colocaría. De esta manera consigo que sean indistinguibles las traducciones de los textos escritos en España, de los que conservamos originales.
Usted es profesora universitaria. Chaves Nogales es un autor que todavía no ha entrado de manera generalizada en la educación secundaria. Por tanto, los alumnos ¿tienen alguna idea de quién fue Chaves Nogales o es un gran desconocido?
Depende de los profesores que hayan tenido antes. Conozco profesores de secundaria y, sobre todo, profesoras, que hacen lo posible para hacer de su clase la mejor clase posible.

'Desde París'
¿Por qué destaca lo de las profesoras?
Porque las mujeres son las que más participan en los clubes de lectura y son las profesoras que, de manera más numerosa, participan en los programas de preparación que tenemos en la universidad para futuros alumnos. Los alumnos que vienen son distintos: unos vienen con lecturas muy interesantes y otros, con menos. Esto es una pena: la educación pública no debería basarse en el azar.
En su ensayo Libres y libreras ya subrayaba el papel decisivo de las mujeres como agentes culturales.
Siempre se dice que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero ¿por qué la mujer no puede estar delante? En los congresos siempre planteo la misma pregunta: ¿no es extraño que España sea el país con menos catedráticas de la Unión Europea? Solo uno de cada cuatro catedráticos es mujer cuando el sistema educativo está en su gran mayoría formado por mujeres. Sorprende todavía más si tenemos en cuenta que, a diferencia de lo que sucedía en los años ochenta y noventa, nuestra tasa de natalidad es una de las más bajas de Europa. Las mujeres, en todos los niveles, desde los inferiores a los universitarios, que se dedican principalmente a la enseñanza, pero no llegan a los puestos más altos.