Doble gafas sobre su cabello pintado de rubio, el escudo del Barça detrás, chaqueta, mirada seria, y un bolígrafo que apunta a una renovación histórica. Lamine Yamal, 17 años, firma el primer mejor contrato profesional de su vida, pero seguro que habrá más. Lamine hoy en día es una estrella mundial, reconocida por todo el universo deportivo y, además, un producto surgido de una cantera siempre bien cuidada por el difunto Tito Vilanova y los técnicos Altimira y Roura. Entre todos ellos, Xavi Hernández y Hansi Flick han creado un nuevo monstruo del fútbol.
Nació con un número de esos que te obligan a pensar que no eres muy bueno. El 41 suena a cuarta generación. Ese día de abril de 2023 en partido de Liga del Barça, Lamine fue el más joven debutante en la Liga de Primera. Ahí empezó una cadena de récords que puede ser legendaria, de una estrella que después vistió la camiseta 27 y la última temporada el 19. Y que está llamado a llevar la próxima temporada el número que por excelencia define a las auténticas grandes figuras de este deporte, que no es otro que el 10. Ese, el de Messi, que así como con Ansu Fati pareció gafado, con Lamine seguro que tendrá la bendición de todos. Lo merece porque se lo ha ganado.
Lamine es de esos jugadores que cambian las costumbres de los aficionados de la misma forma que destruyen defensas incapaces de evitar sus regates, ridiculizados con el engaño de una finta, y definitivos en la asistencia o en los disparos a puerta siempre pidiendo vía para las redes. Todo su juego es moderno, poscovid y en pleno cambio climático. Todo es como su personalidad. Diferente. Propia de la juventud de hoy, de los que adoran el rapeo de Bad Bunny y apenas conocen a los Stones o los Beatles.
En el campo, Lamine se mueve como le dicta una de sus canciones preferidas del nigeriano Skales, Shake body, de una letra sencilla, nada profunda: “Agite el cuerpo, haz que te muevas, todo el mundo baila, todo el mundo mueve las piernas”, y así hasta el final, pero con movimientos de cadera propios del rapeo. Pertenece a una generación tan diferente que hasta exjugadores de notable calidad, como Zinedine Zidane, o Ferdinand, incluso Luis Suárez, han manifestado su asombro y admiración por la extraordinaria clase de Lamine Yamal, el nuevo ídolo de la juventud.