Las estadísticas no lo son todo. Pasa en muchos deportes, no solamente en el fútbol. En el baloncesto siempre se han comparado los números con un sandwich: puedes ver el producto entero, pero más allá de lo que digan los rebotes o las faltas o las asistencias, está la esencia de cada equipo. Pese a ello, hay datos que no fallan.
¿Por qué era prácticamente imposible que el Barcelona ganara un título europeo esta temporada? La razón es fácil: ha encajado 24 goles en 14 partidos disputados, una media de 1,72 goles por partido. Con prácticamente dos goles, es imposible aspirar a nada. Al otro lado de la moneda hay los goles marcados, 43 en total, que dan una media de 3,08 por partido. Ni aplicando la filosofía Cruyff, "si te marcan dos, tú marcas cuatro", se cumple. No es una frase literal del bueno de Johan, pero todos conocemos su mentalidad goleadora y de minimizar el hecho de encajar goles, si después hay una respuesta contundente.
Si hacemos números rápidos, el Barça no es capaz de marcar el doble, 1,72 en contra por 3,08. Las matemáticas, a menudo, sirven para explicar el porqué de las cosas. Y, en este caso, queda constatado que es la asignatura pendiente que tiene Hansi Flick para la temporada que viene.
En el último partido de Champions, en casa del Inter, tenía el pase de la final asegurado, pero los errores defensivos y una mala estrategia para asegurar los partidos quebrantó el sueño de Múnich. Igual que un buen libro, lo más importante es un buen principio y, especialmente, un buen final. Y en estas dos partes, las cosas se deben mejorar. Pese a ello, una temporada para enmarcar. Obvio.