Pese a la eliminación en la Champions a manos del Inter de Milán, la afición del Barça únicamente tiene una palabra para su equipo: Orgullo.
Orgullo por como pelearon cada momento, por no rendirse nunca, ni jugando contra doce, y por habernos hecho soñar en una temporada en la que, seamos sinceros, al inicio no habría pensado en que nos quedaríamos tan cerca de la gloria.
Ciertamente con casi el minuto 90 de partido todos soñamos con la final de Múnich y nos quedamos muy muy cerca, pero también hay que admitir que en el descanso la mayoría no pensábamos en una remontada tan épica, aunque el conjunto de Hansi Flick ya nos tiene acostumbrados a levantar resultados muy adversos y no dar nunca nada por sentado hasta el final.
Nada se puede reprochar a este grupo de jugadores, la mayoría muy jóvenes y de la casa, que han dado el máximo de sí mismos para llevar a su equipo de la infancia a la gloria europea, más cuando se han topado con algo que no podían controlar, el infame arbitraje de Marciniak.
Claro que debemos poder decir abiertamente que el árbitro, tanto de campo como el del VAR, fueron artífices de la eliminación del Barça, donde como mínimo no silbaron dos claros penaltis a favor de los blaugranas ni una evidente falta sobre Gerard Martín que fue el 3-3, ni como todas las decisiones “grises” caían del lado italiano.
El historial de ambos árbitros, uno con accesorios personales de otro club es altamente conocido, y para evitar todo esto era tan fácil como asignar a otro colegiado más neutro este partido, que en toda Europa debe haber varios.
No ayudar y hace malpensar que el presidente de la FIFA Gianni Infantino afirmara que quería al Inter en la final, quizás para evitar no tener al campeón de Europa en este nuevo Mundial de Clubes que veremos como sale, una más de algunos personajes que no ayudan al bien del fútbol y serían un gran escándalo si ocurriera ante otros equipos.
Sea como sea la Champions se ha acabado y el sueño del triplete también, pero se ha llegado mucho más lejos de lo que se hubiera imaginado, jugando bien y incluso, con un grupo de jugadores que han demostrado su compromiso con el club y un entrenador que ha sabido leer y entender cada situación, con una comunión perfecta con su afición que ha creído hasta el final.
No es el escenario deseado, pero existen ganas de demostrar lo que vale este Barça y el malestar con lo ocurrido en Europa, donde nada mejor como un Clásico para seguir apuntalando una Liga que está en juego, y que es el título más importante de la temporada.
El cuarto Clásico del curso será clave para el desenlace de la competición, y puede ser un golpe encima de la mesa de los de Hansi Flick que han demostrado que pueden con todo y contra todo, máximo en un partido donde tendrán el cariño y calor de una afición que tiene ganas de demostrarles lo agradecidos que están a este grupo.
Barcelona se ha teñido de colores blaugranas estos días, ahora es el momento de que la Liga también pase a tener este bonito color, con una buena victoria que haga olvidar la decepción europea y deje al Barça muy cerca del título, que podría ganar en el derbi.
No será fácil y menos contra un Madrid en crisis y descansado, pero creímos hace unos días y seguimos creyendo, con ganas de demostrar una vez más que no hemos soñado en vano y que los argumentos futbolísticos siguen allí, con un grupo que todavía puede y quiere hacer grandes cosas.
Agua pasada no mueve molino, pero se puede ganar el Clásico y demostrar al mundo entero que este equipo quiere hacer historia, aunque sea superando muchos más obstáculos de los que ningún otro equipo tendrá y con la Masia, su modelo y su estilo como bandera.
Pase lo que pase, la temporada ha sido buena, solo falta terminarla de la mejor forma y con una victoria frente al eterno rival ante la afición que, más que nunca, tiene el orgullo intacto.