
Jaume Guardiola, presidente del Cercle d'Economia Barcelona
Jaume Guardiola (Cercle d'Economia): "La reflexión identitaria nos ha hecho perder mucho tiempo"
A pocos días del comienzo de su reunión anual, el presidente de la emblemática institución repasa el presente de Europa y de Cataluña
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Jaume Guardiola apura su mandato al frente del Cercle d'Economia con su última reunión anual como presidente de la institución. En medio de los preparativos, atiende a Crónica Global y no rehúye ningún tema, salvo el de la OPA de BBVA a Sabadell.
El economista catalán desarrolló toda su carrera profesional en la banca, primero en el Banco de Bilbao, luego en el BBVA y, finalmente, en Banco Sabadell. Esa es la razón por la que oficialmente se siente obligado a no hablar sobre la oferta de compra hostil en marcha, aunque en ocasiones lo ha hecho en contra.
Guardiola expresa su opinión acerca del futuro de Europa, marcado por la nueva etapa en la Casa Blanca; el presente de Cataluña tras los recientes y convulsos años políticos; o incluso del papel de Madrid en la economía española. También se moja sobre su legado en el Cercle o su apuesta por Teresa Garcia-Milà para presidir la institución.
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Llega a su última reunión anual como presidente del Cercle con una pregunta: Europa, wake-up call?
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Hemos querido hacer una reflexión sobre Europa en estos momentos históricos. El año pasado, cuando se presentaron los informes Letta y Draghi, comenzó un debate que hoy con la llegada de Trump se ha acelerado. Todo es más urgente. Queremos que socios y asistentes salgan de esta reunión con ideas de dónde estamos y cuáles son las opciones de Europa para competir en el mundo.
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¿Los primeros 100 días de Trump han sumido a Europa en una crisis existencial?
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En el informe de Mario Draghi ya se percibe esta situación existencial. Europa tenía ventajas que hoy son debilidades, y las dependencias que nos permitían competir a nivel global hoy nos hacen vulnerables. Trump nos obliga a repensar nuestra apuesta energética, nuestros acuerdos comerciales, nuestro acceso a la tecnología o nuestras inversiones. Ha sido un revulsivo absoluto.
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Y a repensar la seguridad y defensa.
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Se han acabado los dividendos de la paz de los que hablaban Bush y Thatcher. También el modelo en el que Estados Unidos protegía a Europa está en un momento de dudas y reflexiones. Pero ya hace tiempo que la política americana, desde la época de Obama, instaba a Europa a buscar sus propias soluciones. Quizás Trump ha tenido una forma más violenta de decirlo, pero ahora lo hemos entendido mejor.
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El aumento del gasto en defensa hoy parece un consenso.
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Sí, pero para ello el continente debe comportarse como un bloque y no como una suma de países. Más importante que el gasto es la coordinación. Y ser capaces de ceder soberanía, algo que cuesta mucho, pero que es necesario. La historia de este continente es federal.
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En su última nota de opinión decían que Europa debe mirar más a Asia y no exclusivamente a Estados Unidos.
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La relación con América ha entrado en una fase de reconsideración. Lo cual no quiere decir que no se deban mantener todos los canales abiertos con ellos, pues tenemos una tradición histórica y cultural que nos une. Pero este es un mundo multipolar. Europa debe tener vida propia y pactos estables con toda clase de estados.
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¿Y Cataluña qué papel juega en esta Europa cambiante?
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Siempre digo que es complicado encontrar dentro de Europa una región que sea tan representativa como Cataluña. Estamos presentes en todos los sectores (primario, industrial y servicios), tenemos una economía muy abierta, infraestructuras, una gran metrópoli como Barcelona, un nivel universitario y tecnológico envidiable, instalaciones científicas de primer nivel o una elevada tasa de inmigración.
El informe de Draghi cuenta sobre Europa lo mismo que nosotros advertimos sobre Cataluña. El Cercle dice que Cataluña ha perdido productividad respecto a Europa y Draghi explica que Europa la ha perdido frente a Estados Unidos. En Cataluña hacemos más papers que patentes, y eso es un problema. Estamos en un territorio privilegiado, con todos los activos para ser punteros, como en otros momentos de la historia hemos sido.
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Estas son sus últimas jornadas como presidente. Cierra una etapa en la que ha llegado la normalización política a Cataluña.
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El presidente del Cercle debe mantener el testigo de una tradición de muchos años, con muchas presidencias. Hemos introducido muchas actividades, tal como me pidieron los socios. Y hemos tocado temas importantes en nuestras notas de opinión, con mirada independiente y larga, como el debate de la productividad. También hemos hecho buenas reuniones. Las dos han coincidido con momentos políticos intensos: la primera comenzó el día que Sánchez anunció elecciones generales y la segunda antes de la campaña europea.
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En esta tercera reunión también hay temas de rabiosa actualidad, como la OPA al Sabadell o el apagón.
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Siempre hemos intentado estar cerca del presente. Ahora celebramos el 40 aniversario de las reuniones y es el momento de rememorar el protagonismo del Cercle a lo largo de la historia. Cuando comenzó esta institución, éramos un faro en medio de la oscuridad, y aún mantenemos esa vocación de ser un actor significativo en el debate público. Al comienzo del mandato dije que el Cercle debería convertirse en un think tank económico sobre el presente. Es lo que he querido promover, para generar conocimiento, y es uno de mis logros.
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Todo indica que las elecciones que hubo en 2022 serán una excepción y Teresa García‐Milá será la próxima presidenta del Cercle.
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Aquí tenemos mandatos cortos de 3 años. Hay elecciones, pero de una sola candidatura, y esa es la tradición. Creo que las últimas elecciones fueron positivas, porque obligaron a la directiva a escuchar a los socios y adaptarse a la gente. Pero si esas elecciones fueran recurrentes, sería muy difícil gestionarlo. Abriremos las candidaturas en junio, pero espero que la de Teresa Garcia-Milà sea la ganadora. Tiene mucha historia aquí y sería la primera mujer en estar al frente. Será una gran presidenta.
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¿Qué conclusiones saca del apagón de esta semana?
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Hay que esperar al análisis técnico. Lo primero es resolver la crisis, no buscar culpables de inmediato y averiguar qué ha pasado para evitar que se repita. Pero me preocupa la enorme carga ideológica que rodea a todo esto. Me parece ridículo. Hay debates técnicos que deben estar en manos de ingenieros y científicos, pero que acaban ideologizados. Se aprovecha cualquier fisura desde gobierno y oposición para fijar un discurso.
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Sea como fuere, el apagón tuvo un coste evidente.
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Sí, es posible que debamos hacer más inversión en infraestructuras, porque esto repercute al PIB. España tiene un modelo energético de renovables distinto al del resto de Europa y con potencial industrial a medio y largo plazo. Debemos enfocarnos en tener un buen mix energético que garantice estabilidad. En Cataluña fuimos pioneros en energía renovable y ahora estamos a la cola.
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¿Qué ha pasado en Cataluña?
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No hemos sabido gestionarlo con suficiente autoridad. Nos hemos centrado demasiado en la reflexión identitaria, lo que ha absorbido muchas energías y nos ha hecho perder mucho tiempo. Recuperar el terreno perdido no será fácil, pero hay que empezar por reconocer nuestros déficits: hemos sido poco operativos y eso afecta a la productividad. La administración ha puesto obstáculos a la inversión.
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Es lo que se ha denominado como 'la Cataluña del no', por su oposición a cualquier proyecto empresarial.
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Y ese ‘no’ es ideológico, pero también deriva del miedo del funcionariado a asumir riesgos. Eso tiene un coste mayúsculo para la economía, sobre todo para las pymes. Hay que cuidar las iniciativas empresariales, cosa que no se ha hecho. En lugar de facilitarles las cosas, se las hemos complicado.
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¿Qué falta hoy en Cataluña para que las empresas que trasladaron su sede en 2017 regresen?
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Es importante matizar esto: las empresas no se fueron, sino que movieron sus sedes. Yo creo que la mayoría devolverán su sede aquí. Pero hay que dejarlas tranquilas, porque forma parte del proceso de normalización, sin incentivos ni castigos, tal y como proponen algunos.
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Europa se polariza. ¿La extrema derecha tiene cabida en el Cercle?
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Nuestra tendencia natural es ocupar el centro político. Uno de los grandes problemas de Europa es su fragmentación, especialmente entre socialistas y liberales. Pero no hay que olvidar que existe una mayoría alternativa formada por populares y todo lo que hay a su derecha. Y que ya hay cuatro países en el Consejo Europeo gobernados por la extrema derecha. Aunque ahora todo puede cambiar con Trump.
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¿Por qué?
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Algunos sectores de extrema derecha, antes contrarios a la UE y defensores de una “Europa de las naciones”, se pueden inclinar por apoyar el mercado único. Tal vez esto ayude a que los extremos se centren y llegar a posiciones compartidas.
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El Cercle no ha eludido el debate sobre la inmigración, sino que lo ha abordado.
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Es un tema que tendrá un peso muy significativo en nuestras vidas y debe abordarse desde el centro político. Cataluña es un territorio con mucha inmigración y orígenes étnicos muy variados. Hay que pensar sobre inmigración de forma más científica: sus efectos, sus comportamientos. A la reunión vendrá el catedrático Hein de Haas, quien ha recopilado cientos de trabajos académicos sobre este tema. Esperemos que nos ayude a dar luz a este debate tan ideologizado.
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¿Madrid debe ser más solidario con el resto de España?
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Madrid juega con ventaja competitiva, porque tiene un 40% más de funcionarios que Cataluña por cada 100 habitantes. También sus empresas concentran el 70% de la contratación pública. Esto es un estabilizador de su economía y de los ingresos fiscales. En caso de crisis no sufriría tanto como nosotros: de hecho, si analizamos la deuda de las comunidades en 2007, se observa que aquellas más dependientes del sector privado sufrieron más. Y en España tenemos una atipicidad: los funcionarios cobran un 50% más que la media del sector privado. Madrid ha gestionado muy bien su economía, la cual cosa no quita que estas ventajas competitivas deben considerarse al repartir impuestos.